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lunes, 6 de octubre de 2008

Fábula de la mariposa mágica - Yoss


Cierto hechicero (que no se llamaba Chuang-Tzu ni había nunca soñado que era una mariposa) era célebre por sus sortilegios. Un día, un joven ambicioso acudió a él y le rogó que le enseñara magia. 
—Antes deberás convencerme de que eres digno de ser mi aprendiz —le respondió el sabio taumaturgo, entregándole una maceta con una frondosa planta, en una de cuyas hojas brillaba bien visible un punto blanco—. Cuida como de tu propia vida de la oruga que nacerá de este huevo, y de la mariposa en la que se convertirá, y ya veremos.
El joven retornó a su hogar con la maceta y la vigiló con fervor. A la semana fue encantado testigo de la eclosión del huevo en un brillante gusanillo rojo con rayas verdes, que comenzó inmediatamente a comerse las hojas de la planta. 
Durante los siguientes quince días la oruga comió sin descanso y creció en correspondencia. Por cuidarla, el joven enflaqueció y en su rostro aparecieron dos enormes ojeras, pero logró evitar que una mantis y una araña devoraran al animalejo, así como que varios pájaros la picotearan.
Al decimosexto día, la ya enorme oruga verdeamarilla se colgó de una de las ramas desnudas de la planta, envolviéndose en un capullo de seda, y quedó inmóvil. 
Cuando la crisálida se rompió, una mariposa diferente a cualquier especie conocida extendió al aire sus alas multicolores y de cambiantes motivos. El joven la contempló arrobado, sintiéndose más cerca que nunca de volver realidad su ambición de ser mago.
Entonces, para su consternación, la gran mariposa echó a volar. 
El saltó y la atrapó con sus manos desnudas. Pero el voluminoso insecto, preso en la jaula de sus dedos, revoleteaba frenético, así que apretó más su presa…
Y de pronto no hubo más mariposa, sino únicamente un fino polvillo colorido de sus alas, que filtrándosele entre los dedos, cayó al suelo, donde compuso letra a letra esta sentencia:
"Quien crea que cuidar de la belleza otorga el derecho a privarla de la libertad, solo merece ver cómo sus ilusiones se vuelven polvo".

jueves, 2 de octubre de 2008

Maldita musica divina - Yoss


La nave exploradora descubrió un nuevo e interesante planeta. Lo habitaba una raza inteligente de humanoides, aún cazadores-recolectores, y que, cosa rara, nunca silbaban ni cantaban, ni siquiera golpeaban objetos rítmicamente. ¿Ignorarían el concepto mismo de música? El antropólogo de la expedición, autor de mediocres piezas instrumentales, decidió averiguarlo. Con su sintetizador les regaló escalas y armonías cada vez más complejas. Al minuto lo escuchaba toda la tribu, en absorto silencio.
Cuando concluyó, con Tocata y Fuga en Re Menor, uno se le acercó. El científico humano le cedió su puesto, con sonrisa condescendiente. Los primeros sonidos que logró el nativo fueron disonancias atroces. Pero segundos después ya estaba tocando una animada tonadilla. Cedió su sitio a otro, que sorprendió al antropólogo repitiendo de memoria y sin equivocar una nota la obra maestra de Bach. El tercero lo hizo llorar a lágrima viva: era como el viento soplando a través de las plumas de las alas de los ángeles. Al escuchar las notas que el cuarto arrancaba a su modesto sintetizador, el hombre se desmayó: aquella era la Música de las Esferas, la Perfección Total. 
El antropólogo nunca recuperó la consciencia. Sus compañeros lo vengaron: gritando como locos para no oír aquella maldita música divina, destruyeron el sintetizador y dieron muerte a todos los nativos que pudieron. Luego abandonaron el planeta, borraron sus coordenadas de la memoria del ordenador de abordo, y juraron mantener en secreto lo sucedido, por la cordura y el bien de la humanidad toda...
Pero alguien habló, y la leyenda del mundo de los genios musicales se extendió entre los exploradores del espacio. Todavía hoy hay muchos que lo buscan. Unos pocos para aprender sus secretos. La mayoría, para destruirlo, porque no creen que esté bien que seres nacidos bajo otro sol conozcan mejor que los propios humanos los misterios de la terrible, absoluta belleza sonora, de la maldita música divina.

lunes, 29 de septiembre de 2008

El guardián - Yoss


El Valle Yermo es un desierto inmenso. En su centro se alza lo que para unos es un templo y para otros la cápsula donde un dios destronado duerme fuera del tiempo. No hay modo de saberlo: el castigo de los milenios lo ha reducido a ruinas amorfas. 
Pero el Guardián sigue impidiendo que nada o nadie se acerque. Nunca duerme y patrulla sin descanso. Es la Bestia Definitiva: seis patas robustas con garras terribles, una gran boca repleta de colmillos y una larga cola que culmina en aguijón. Piel verde y erizada de púas que resiste al láser y a las explosiones atómicas. Tan astuto que nadie ha burlado jamás su vigilancia, y velocísimo, aunque hoy mide más de cien metros de largo.
Como el mítico Fénix, es único en su especie e inmortal. Cada cinco años su epidermis invulnerable se raja y de sus entrañas surge otro Guardián, o ¿quién sabe? quizás el mismo, pero algo más pequeño que en su forma anterior, cuyos restos devora con parsimonia.
Nadie lo ha visto jamás comer más que eso, y que los cadáveres de los pocos temerarios que lo desafían penetrando en el Valle Yermo. Por ello, y por su color, algunos sabios suponen que se alimenta del sol y el aire y que más que animal es planta.
Para los sabios es una entidad creada por alguien o algo, y no surgida de modo natural. Como no puede volar, lo estudian desde el aire. 
Dicen que, vista desde lo alto, la forma del Valle Yermo es idéntica a su silueta. 
Basándose en la lenta pero constante disminución de su tamaño, y suponiendo que originalmente sus dimensiones fueran las del valle mismo, han intentado calcular cuánto tiempo lleva allí el Guardián, vivo, solo y custodiando las ruinas. 
Los cálculos arrojan una cifra que supera en cientos o hasta miles de veces la edad hasta hoy aceptada del Universo.