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domingo, 25 de agosto de 2013

Camino de Wínnappu - David Moreno


A Agustín Martínez Valderrama

Le dijo uno al otro —¿y tú quién eres?
—Resulta extraño que me lo preguntes. Yo soy el otro, ¿no te das cuenta? Y tú eres el uno. Así de fácil.
—¡Anda! Que conste que yo soy Agus. Y tú me habías parecido Adolfo, ¿no eres Adolfo? Vas vestido de etiqueta como él, con el bombín ceñido y descalzo. Y te huelen los pies también como a él…
—No sé quién es Adolfo. Yo soy el otro y ¡punto!
—Vale, vale. No te enfades. ¿Vas a algún sitio?
—Claro, todos vamos a alguna parte o ¿no?
—Mira yo voy camino de Wínnapu, si te animas.
—¿A qué?
—Mmmmmm no sé, a venir a Wínnappu.
—¿Y qué hay allí?
—En Wínnappu hay muchas cosas. Para empezar, una réplica exacta de la Torre Eiffel, desde la que se ve una panorámica de Roma, la Alhambra, el Partenón, la Sagrada Familia, el Templo de Kukulkán… sólo los días grises y lluviosos no se ve nada. A lo sumo, París.
—Ah parece me interesante.
—Hay también cangrejos que escriben; circos con pulgas y hombres elefantes que se cortan las orejas, muñecas hinchables suspendidas en el aire y rubias pizpiretas de tres tetas que guiñan un ojo.
—¿Tres ojos que guiñan una teta?
—Jajaja He dicho rubias pizpiretas con tres tetas que guiñan un ojo. Si no te lo crees, lo de las tetas, no lo del ojo, vente.
—Casi convencido me has.
—Esto no es todo, se busca a un forajido, Woody Welles, boticario y entusiasta del celuloide, que desde que rodaron algunas escenas del western El bueno, el feo y el malo está desaparecido en el desierto de Tabernas y a quién lo encuentre, le espera una buena recompensa.
—Vamos, vamos nos pues.
—Agárrate a esta cuerda de ahí arriba y en seguida, en varios días alcanzaremos Wínnappu.
—¿Varios días? ¿Qué cuerda?
—Los ojos cierra y las manos extiende, es una cuerda imaginaria. Wínnappuuuuuuuuuuuuuuuuu

Tomado de No Comments
Sobre el autor: David Moreno

jueves, 12 de julio de 2012

Vecinos del 4º A - David Moreno



La vida apacible y serena de nuestra comunidad, se turbó el año pasado con la llegada al piso contiguo de unos nuevos inquilinos. Aunque se desconoce cómo y cuántos son. No salen de casa ni se les ve entrar nunca.
Desde el primer día comenzamos a oír gritos, al principio apenas audibles salvo cuando pegábamos la oreja en la pared. Poco a poco fueron aumentando tanto en intensidad como en frecuencia. Y a la par, eran numerosas las personas que llamaban a su timbre y entraban, desconociendo por dónde salían del inmueble.
Eran gritos de muy variada procedencia. De niños, mujeres, hombres, ancianos, de miedo, de dolor, aullidos, alaridos, de tonos graves y agudos, repentinos y prolongados, penetrantes y estridentes.
En alguna ocasión hemos intentado mi mujer y yo que nos atendieran, mas no hemos obtenido ningún resultado. Incluso también les hemos llamado con todas nuestras fuerzas desde el rellano, desde el otro lado de la pared y desde la calle. Pero nada.
Esta tarde hemos probado una vez más y como no hemos tenido suerte, hartos de esta situación, nos hemos decidido a derribar la puerta.
Una vez atravesamos el umbral, de repente, se hace el silencio absoluto. De puntillas nos asomamos a la cocina, no hay nadie; nos acercamos al salón, lo mismo. Y al llegar a una de las habitaciones, con el corazón encogido, descubrimos en el suelo numerosos cadáveres descuartizados y unas estanterías llenas de frascos de cristal. En cada uno de ellos pone un nombre, una edad y una profesión y al destaparlos son liberados gritos y gritos.
Sonia, veinte, camarera. Enrique, cuarenta y cinco, abogado. Rosario, sesenta, enfermera. Francisco, treinta y… ¡uy! Se oyen pasos aproximándose desde la entrada. 
Acerca del autor:

jueves, 14 de junio de 2012

Amor de una noche - David Moreno


Siempre me has contado que ese hombre llegó una noche con la lluvia, que buscaba refugio, que iba empapado. Que te dio pena, que le dejaste pasar. Que maldita soledad la tuya. Que qué bien le quedaba el pelo mojado y cómo brillaban sus ojos al calor de la hoguera. Que parecía una buena persona y que una cosa llevo a la otra con el crepitar de la leña como único testigo. Que muy a tu pesar, a la mañana siguiente, el aguacero había desaparecido. Y misteriosamente con él, ese hombre que ya era mi papá, también. Y de nuevo, la sequía y la soledad de siempre hasta que nací yo nueve meses después. Que te pusiste muy contenta, que no cambiarías nada, que darías la vida por mí. Que las ausencias ya no fueron tales conmigo cerca. Pero me entra la duda cuando veo abalanzarte hacia la ventana, con el corazón encogido, en cuanto suenan los primeros truenos de una tormenta que no rompe, esperando la venida de un imposible. Y aunque repites una y otra vez que sabes que ya nunca regresará, la ilusión se dibuja, por un segundo, en tu rostro. Maldita soledad.

Tomado de MicroSeñales de Humo


Acerca del autor:
David Moreno

viernes, 5 de agosto de 2011

Sentimiento Incontrolable - David Moreno


La imagen de la Plaza del Ayuntamiento es espectacular, los pamploneses y visitantes vestidos completamente de blanco, como manda la tradición, y con los pañuelicos rojos en la mano, disfrutan de los momentos previos al chupinazo.
Cuando tan sólo faltan un par de minutos para llegar a las doce, huele a alegría, a fiesta, a vino, a pacharán, a charangas, a ganas de disfrutar.
Al ritmo de clarines y timbales, los congregados levantan ahora sus pañuelicos, en triángulo, sobre las cabezas para cubrir con un manto rojo la Plaza.
Me uno a ellos dando brincos de alegría y como cada año me vuelvo a emocionar. Unas lágrimas caen recorriendo mis mejillas.
En el balcón, prenden la mecha del cohete y segundos después, estalla, para júbilo de la multitud.
¡Pamploneses! ¡Pamplonesas! ¡Viva San Fermín! ¡Viva!

Por primera vez, a kilómetros de distancia, beso una estampita del santo y bajo el volumen del televisor para que los vecinos no me llamen la atención.

Tomado de No Comments


Acerca del autor:
David Moreno

lunes, 14 de febrero de 2011

Príncipes y Sapos - David Moreno


Al príncipe azul que viste un jubón tejido de oro, un coleto bien ceñido a la cintura, un calzón verde oscuro y adornado con oro, valona de encaje, botas de ante, una capa morada y un sombrero negro con una pluma verde, le ha llegado la hora de elegir princesa.

Conocedor de la leyenda, sabe que no la encontrara tan fácilmente en castillos ni palacios, ni siquiera entre plebeyas. Sí, en forma de sapo a quien deberá dar un beso para que se produzca la ansiada transformación.

Y justamente hoy, cuando el cielo se ha coloreado de un naranja especial al amanecer, siente que será el día y, sin dudarlo, sale a pasear con su caballo siguiendo el curso del río.

En medio de la frondosidad del bosque, se para a descansar sentándose en una roca próxima a la orilla. El silencio sólo se rompe fugazmente al pasar alguna bandada de pájaros. Después, de nuevo silencio y tranquilidad. Hasta que de repente, atraído por un sapo que croa y le mira como nunca antes lo había hecho ningún sapo, le da un vuelco el corazón.
Excitado, el príncipe se aproxima hasta él, se coloca de rodillas, contiene por amor unas arcadas provocadas por semejante bicho baboso y se dispone con los ojos cerrados, a darle un beso con la esperanza de que al abrirlos, éste se convierta en la bella dama de cabellos de oro. Pero cuando está a punto de rozar sus labios, oye croar desde la otra orilla a otro mágico sapo que también le mira. Y a unos metros, otro más, y otro a la derecha… Son decenas de ellos, croando y reclamando su atención.
Desconcertado, el príncipe no sabe qué hacer, no sabe por cuál decidirse. Ignora cuál es el verdadero y teme, ahora, equivocarse.

Tomado de No Comments

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David Moreno

miércoles, 5 de enero de 2011

22-04-1616 - David Moreno


Avelino pronto se aficionó a la lectura. De niño devoraba los libros de “Los Cinco en Peligro”, de “Los Hollister” y los de “Elige tu Propia Aventura”.
Creció y ningún clásico de la literatura se le resistía. Desde “La Celestina” de Fernando Rojas a “La Odisea” de Homero, pasando por “Así Hablo Zaratustra” de Nietzsche y “Crimen y Castigo” de Dostoievski.
Pero cuando llegó a sus manos un ejemplar de “El Quijote”, sintió algo especial. Las aventuras y desventuras del ilustre hidalgo y su escudero, de los molinos y gigantes, le apasionaron de tal manera que nació en él una obsesión por descubrir más y más acerca de su autor, y olvidarse del resto.
Empezó a estudiar cada detalle de Cervantes, viajó a Alcalá de Henares, su lugar de nacimiento, y recorrió cada rincón que tuviera relación con él. En Internet, usaba de nick, Miguel de Cervantes, y cambió la foto de presentación en su Facebook.
Incluso cuando se miraba al espejo ya no se veía como Avelino.
Sabía tanto del Quijote y de su autor que impartió conferencias, concedió entrevistas en radios y televisiones, le publicaron entrevistas y algún que otro libro.
Un día se dio cuenta de la fecha que indicaba el calendario y le temblaron las piernas.

Tomado de No Comments

miércoles, 21 de julio de 2010

Biografía de un hombre corriente por casualidad - David Moreno


Nació una madrugada de mayo y no en abril por cuestión de horas. En Villarriba, porque en Villabajo no había hospital de maternidad. Se llamó Ricardo como su padre y como su abuelo. Se educó en un colegio de curas, simplemente por capricho de su abuela materna. Prefirió el fútbol porque no daba la talla para el baloncesto y el tenis, a su padre le parecía deporte de ricos y el karate, de muy brutos a su madre. Estudió geología porque no le llegó la nota para veterinaria. Le gustaron más las morenas, pero se casó con una rubia, con la que tuvo dos hijos. Pudo ser millonario si su boleto en vez de acabar en seis lo hubiese hecho en cinco. Y, pudo ser uno de los escritores más famosos de la historia pero prefirió guardar sus libros en el sótano de su casa, sin que nadie los leyera. Finalmente, aunque se salvó unas cuantas veces, murió de viejo.

Tomado de http://nocomentsno.bogspot.com


Acerca del autor:
David Moreno