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martes, 8 de mayo de 2012

El más riguroso de los novelistas - René Avilés Fabila


Durante casi treinta años el escritor se preparó para escribir su obra maestra. Al cabo de ese tiempo -y al cumplir los setenta- había tomado millones de apuntes en miles de cuadernos y libretas. Su casa estaba repleta de aquella portentosa materia prima para su novela. Allí había anotado cuidadosamente anécdotas, observaciones, diálogos, monólogos internos, descripciones y toda clase de datos para el libro. Con ese bagaje superaría a Cervantes, a Scott, a Dumas, a Balzac, a Proust...

Era, en efecto, un día especial. Como pudo, entre aquellas colosales montañas de papel, sólo contenidas por el techo y en precario equilibrio, llegó hasta su escritorio. Tomó asiento frente a la máquina, y el teclear con pasión y entusiasmo, hizo que aquellas pilas de cuadernos y libretas se derrumbaran aplastando el frágil cuerpo: la muerte fue instantánea, sepultado por sus notas literarias.

Tomado de Fantasías en carrusel I

Acerca del autor:
René Avilés Fabila

martes, 1 de noviembre de 2011

Un hada en mis sueños - René Avilés Fabila


En mi sueño, esa hermosa mujer, alta y esbelta, de sedoso cabello negro, misteriosa, acepta mi conversación. Hablamos de pintura. Al poco tiempo hacemos el amor. Luego, en un edificio extraño, bajamos por unas escaleras eléctricas muy largas. Avanza más rápido que yo. En la medida en que se aleja de mí presiento peligro y trato de alcanzarla. Entre nosotros hay dos jóvenes, uno saca el revólver y le dispara; la mujer cae al suelo e inútilmente trato de auxiliarla. El otro tipo también la balea. La sostengo en mis brazos y veo cómo desaparecen los criminales. Al despertar sé que ella me amaba y la echo de menos, necesito verla. No quiero averiguar por qué la mataron, tampoco siento ningún deseo de venganza. Tan sólo aguardo con ansiedad las noches para dormir y estar en posibilidades de soñar con la enigmática mujer, evitar que la asesinen y de tal forma extender nuestra pasión, que fue violenta y que fue dulce.


René Avilés Fabila

martes, 5 de abril de 2011

Historia erótica de un McDonald’s - René Avilés Fabila


Luego de una Big Mac, que mucho nos excitó, Alice y yo fuimos a un motel. Algo deben de tener las hamburguesas, dijo ella tocándose los muslos con fiereza, deber ser la cebolla, el tocino o posiblemente la salsa Ketchup. Aguarda, le advertí, no tardaremos en llegar. De lo contrario, tú terminarás antes de tiempo y yo tendré que masturbarme. Aceleré mi Harley-Davidson y pronto estuvimos en una enorme habitación del motel La guarida del León Degenerado, con jacuzzi y cama de agua. Como pudimos, nos desvestimos. En mi caso era complejo: botas, chamarra de cuero, camisa vaquera, cinturón de hebilla de plata, jeans… Ella sólo traía una falda corta, medias negras, una sudadera que precisaba el origen de sus estudios: University of Kansas y una mascada para sujetarse el cabello rubio. Nos abrazamos con fuerza y caímos sobre la cama. La besaba y ella correspondía con fogosidad. Jadeando, preguntó: ¿Qué hago amor? ¡Muévete!, contesté imperioso. Y Alice comenzó a hacer aerobics.