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miércoles, 23 de julio de 2014

Sobreviventes - Nélida Magdalena Gonzáles




Una guerra mundial devastó el planeta. Desde lo alto de una cumbre dos individuos observaban lo sucedido. Unos catalejos de gran alcance óptico les servía de ayuda.
Los ecosistemas presentaban un aspecto desolador. Peces flotaban sobre ríos y mares, mamíferos y aves yacían calcinados entre árboles carbonizados por el fuego.
Los cadáveres humanos se esparcían sobre tierras contaminadas, apenas un centenar de sobrevivientes trataban de levantarse. Los que lo lograban caminaban como zombis. Deformados por los efectos de las potentes armas usadas, no tardarían en pudrirse y morir.
—¿Cuál es el motivo por el cual no nos vimos afectados por la hecatombe? —preguntó Juana esperando respuesta.
—Somos una especie que ha evolucionado a tal punto de camuflarnos entre los humanos sin que se den cuenta —respondió Héctor iniciando un relato.
Durante años trataron de exterminarnos, al hacerlo nuestros antecesores trataron de encontrar la manera de penetrar en su interior para parecernos a ellos.
Mediante algunos cortes que con descuido se hicieron con vidrios un macho y una hembra, en un laboratorio, lograron introducir en su torrente sanguíneo gran parte de nuestro código genético.
Al aparearse y sin percatarse de lo que ellos mismos habían provocado tuvieron dos hijos que se reprodujeron hasta llegar a nosotros.
—¿Entonces somos los únicos sobrevivientes? —indagó.
—Creo que no entendiste lo explicado, al decir nosotros me refiero a miles de nuestra variedad que podremos sobrevivir hasta dos meses sin comida y quizás un mes sin agua. Hemos superado al hombre a tal punto que le robamos su inteligencia infiltrándonos en sus viajes espaciales.
Al llegar al planeta atribuido con el nombre Marte, clonaron a los verdaderos humanos, realizado este procedimiento se les dio muerte. Los que regresaron fueron programados para decir que no hallaron nada, pero en realidad el lugar era habitable.
La base científica que se formó allí alcanzó un poder de control sobre este planeta, a tal punto de dejarlos que lo arrasen los mismos mortales para tener el control del mismo.
—¿Entonces quizás podremos sobrevivir? —dijo atónita.
—Definitivamente, en horas vendrán a buscarnos a cada uno de nosotros, con las sofisticadas naves preparadas para este momento.
Cuando nos instalemos hallaremos la manera de descontaminar la Tierra. Nosotros no lo veremos pero para dentro de cientos de años programaron una limpieza total del lugar. Será entonces cuando los llamados “Insectos”, retornaremos nuevamente aquí, dando lugar a un cambio rotundo.


Acerca de la autora:  Nélida Magdalena González

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Vecinas - Nélida Magdalena Gonzalez & Ana Caliyuri


Marta recibió la visita de su hija. Luego de casarse, Norah, la visitaba una vez a la semana. Tomaban mate con bizcochitos o comían una torta que preparaban entre las dos. Ése día la madre la recibió por la mañana temprano, ya que la joven se iba de viaje.
Cuando se despidieron, abrieron la puerta y Marta dijo:
—¡Mirá vos, la Petrona me baldeó la vereda!
—¡No puede ser, te quiso decir sucia, mamá! —dijo Norah, enojada.
Golpeó con furia la puerta de la casa de Petrona. Cuando la mujer salió le dijo:
—¡Tenemos que arreglar un asunto, nadie trata de sucia a mi madre! Usted anda baldeando la vereda con ánimo ofensivo…
—Su madre... su madre.
—¡Marta! —dijo furibunda Norah.
—¡Ah, Marta! ¿Y vos quién sos?
—Yo soy Norah, su hija —masculló nerviosa.
—¡Noritaaaaaaaaaa! ¡vos sos Norita! Pasá mijita, pasá, aún tengo guardada la escoba pequeñita con la cual barrías la vereda de mi casa. La guardé por treinta años, es un recuerdo de tu abuela (mi gran amiga). ¿Ya tenés alguna hija para que juegue con la escobita?

Acerca de las autoras:
Ana Caliyuri
Nélida Magdalena González de Tapia

martes, 17 de diciembre de 2013

El puzzle sármata – Sergio Gaut vel Hartman & Nélida Magdalena Gonzalez



Cintia Hernández conoce a un hombre honesto y trabajador, y se casa con él. Desde ese momento se dedica a las labores propias del hogar y a la crianza de los hijos, sin pensar en otra cosa. Pero los años pasan, los hijos alzan vuelo y ella, aburrida, decide hacer un taller literario. La escritura se le da bien a Cintia, y no tarda en obtener el reconocimiento de su maestro, que queda impresionado por su habilidad como narradora y cuentista, lo que le permite construir historias de gran nivel. Es en ese punto que la mujer decide escribir una novela y empieza a buscar información sobre escritores sármatas. Copia todo lo que encuentra, hasta que logra armar un rompecabezas de referencias. Solo entonces se anima a llamar a su maestro.
—¡Necesito que me ayude! Tengo miles de notas y apuntes para escribir el libro que le conté, pero no logro completarlo.
—¡Imposible, Cintia! Bajo ningún aspecto difundiré detalles de mi vida en el siglo II.

Acerca de los autores:
Nélida Magdalena González de Tapia
Sergio Gaut vel Hartman