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miércoles, 5 de junio de 2013

Amarillo sostenido en Fa perdido - Sergio Astorga


Opulento, como un alarido encima de las palabras, el Amarillo sostenido en Fa Perdido, representa el sonido criollo, con reminiscencias del folklore propio de las Américas. Las inscripciones, mas que partituras, fueron halladas en un viejo baúl que perteneció a los primeros habitantes de de origen andaluz llegados a finales del siglo XVI a las costas de Veracruz. Durante doscientos años estuvo extraviada, pero se tenían noticias sólidas de su existencia gracias al programa de mano, si podemos llamarle así, datado en el año de 1786. En este programa aparece el Amarillo sostenido en Fa Perdido interpretado por alumnos de las Escuela Real de Música utilizando instrumentos de cuerda y viento. Se presume en este programa que esta inscripción o partitura, fue elaborado por un criollo llamado Esteban Rodríguez, músico de oído con un talento, cuentan, sobresaliente. La partitura logró el reconocimiento del Virrey, no obstante el éxito, Esteban se mantuvo firme a sus deseos de independencia, buscando en el llamado folklore su ascendiente musical, despreciando la servidumbre de las cortes. Por desgracia, no se tienen noticias confiables del destino del compositor.
Es de suma importancia, según los entendidos, estar plenamente relajado y consciente —binomio extravagante— para la observación de la partitura, ya que al lograr un estado vigilante se podrá percibir como, de manera aleatoria, los sonidos irán desenvolviéndose vertiginosos y criollos. Para un oído contemporáneo podrá tener una experiencia similar a lo que actualmente es la música caribeña con cadencias europeizantes.
Les dejo, para que disfruten, si así es su deseo, la contemplación sonora de la inscripción o partitura: el Amarillo sostenido en Fa Perdido.


Tomado del blog Antojos
Acerca del autor: Sergio Astorga

jueves, 10 de enero de 2013

Al Andafuz - Sergio Astorga


Ese moverse suyo por las tierras, contrastaba con la plegaria de la zarza y el movimiento escabroso de las doncellas, que arteras, rodaban los candelabros del templo hasta la ira del monarca.
Al Andafuz, era un elegido. Un indómito que recorrió mezquitas agudas y sabias.
La daga rojiza surcó por mil cabezas con ese doble filo del triunfo y el fracaso y se escuchaban en los funerales ojos de los pueblos la mediodía de su grupa triunfante. Gentes de a pie lo decían: ningún trono valía, ni sermón, ni montaña, ni luna, sino se gozaba su historia contada por aedos o mercaderes acuciosos.
Algunas huestes de pánicos, huyeron torpes y viscosas por el infortunio, junto al canto de mujeres que lavaban su ropa en el río.
La ciudades conquistadas duermen opulentas y solo donde el paso de Al Andafuz dejó su sombra prosperan.
De su gloria ha quedado, como emboscada, al paso de las caravanas coetáneas, esta inscripción en el muro más alto a la entrada de la ciudad: "Por encima de las palabras no hay nada en esta patética familia de hombres".

Tomado del blog Antojos
Acerca del autor: Sergio Astorga

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Crónica de una presentación inexistente - Sergio Astorga


Ayer de noche fue una fiesta de voces en silencio. Dan ganas de desenrollar la bufanda y ponerle en la nuca del lector los hechos simples bien planchados.
Uno a uno fueron llegando los espantos. Los cariños con sus dos caras se sentaron al fondo de la sala. Sala pequeña como la dicha, útil para que la cojera de la voz reverberara.
Emperifollada llegó la duda con sus quince años mal vividos. La abulia, como la tía Cristina, llegó desabrida con un vestido de satín. Rumiando sus vientos de tedio, en mangas groseras de camisa entró la presunción del brazo del bruto de Cesáreo. Cinco minutos antes del comienzo llegaron muchos bultos sin rostro que se acomodaron en las incómodas sillas que había para la época.
Amarillos como de infancia, numerosos asientos vacíos y un olor a nardo fino alargó el muslo del silencio.
Vestido de batalla y de esperanza guerrera empezó la lectura de poemas. Insepultas palabras fueron dichas y la uña desgarró el silencio. La garganta retornó a su innata certidumbre y una brutal delicadeza se quiso acercar a los oídos. El auditorio, jamás efímero perfil he visto tan de alba, seguía el hilo de la voz, y un animal de hombre se quebraba.
Temporal celebró su natalicio sin prólogos. Cincuenta y tres poemas fueron dichos sin descanso, los pechos se inflamaron y los semblantes no dieron noticia de fastidio, será por ser tan amor la no noticia, y si algo crujió en esa noche, fue el cráneo de los libros que ya eran.

Tomado del blog Antojos
Acerca del autor: Sergio Astorga

jueves, 12 de julio de 2012

Con tiempo - Sergio Astorga




Espero que la cucharada del tiempo llegue para beberlo y las cacerolas con sus caras blancas se quiten el frac para bailar unos instantes con los corazones partidos por el centro.
Aquí te espero, con el rabo del ojo, con la sangre abultada, esperando tu traición a tiempo, exacta, desteñida por el salitre de tu alfabeto.
La tierra eructa sus geologías, tiempo para golpearnos la frente con nuestro propio limo.
Algunas muchachas traen monedas de cobre en sus bolsos y algunos gatos apuñalan la misma muerte en los tejados.
Aquí te espero, con el tuétano temporal de las heridas, en el ángulo impasible que hace esquina.
Sé que no se puede mezclar el tiempo cuando los insectos caminan extraviados y los rebaños de minutos no caben ya en los libreros.
Cuando el tiempo huele a cementerio, no duerme nadie, ni el olvido se refugia, ni el musgo crece.
Aquí te espero, engordando mi esqueleto a cada hora, hasta que reviente de tanto fermentar el vomito del tiempo.
Con tiempo, todo a su tiempo.


Tomado del blog Antojos

Acerca del autor:

domingo, 15 de mayo de 2011

Fruta madura - Sergio Astorga


Había un vago olor de angustia y un blindado desarreglo. Tenía la orientación correcta. Leyó una vez mas: Avenida Lorenzana numero 50.
Nunca sospechó que esa dirección tantas veces ambicionada lo llevaría a un mercado. Curioso, cruzó ese espacio de gargantas múltiples, de canastas y ojos ávidos de compra.
—Pruébela marchanta.
—Llévelo llévelo bien caladito joven.
—A cuatro la docena güerito.
—Si hay, calientitos, cuantos le damos Don?
—Chile ancho, guajillo, morita, cascabel, chipotle. Un cuarto, medio?
—Que va a llevar señor? Tenemos de su talla.
—Pásele, si hay lugar, quiere ceviche, caldo de camarón, huachinango, ostiones, almejas, cazón. Si hay lugar...
Desconcertado vaga, tritura, se ciega, se siente invadido por un torbellino que estalla en sus oídos.
De repente, entre el vocerío, percibe ya como hombre roto, a esa pera madura, pulida, turgente. Se acerca conquistado y revive el tatuaje de su memoria y comienza a cruzar los caminos de la evocación, de la caricia desdentada. La misma nuca curva, el mismo hombro circular. El mismo párpado de espalda, la misma piel visible de la carne; la misma desnudez de alcoba; la misma falda jugosa que se toca; el mismo talle sendero que despeña.
Colgado a la visión no atina a decir: es mía. Sale del mercado y algo madura en su interior. Corre y arde hasta llegar a casa.
Se sienta delante del frutero. Poco a poco se va oxidando su recuerdo en el presente; como un beso, como la estampilla de una carta.


Tomado del blog Antojos

Acerca del autor:
Sergio Astorga

viernes, 1 de abril de 2011

En tu noche - Sergio Astorga


Tú estás montada en tu noche. No habrá que acomodar la almohada para buscar con tus manos en la oscuridad ese nombre de hombre que sabe a almizcle. Eras plena, no había sitio para otro cuerpo. Sabes que te quedaron noches por delante. Tu cintura habla de ti y de lo que resguardas. Sabes que ya no hay porcelana en tu vientre y sólo el arrebato de la llama abierta queda. De tus pantorrillas ya huyen los ojos de bohemia. Llevas contigo el triángulo de tu paraíso: tu nombre, voz e impericia.
No te lo repitas. Tienes una flor sin usar. Una mentira nueva y un espacio en tu armario para colgar el arraigo. Sí, repítelo, no eres vieja, te sobran lunas y espinas para cubrir con tus guantes negros. Tu piel esta curtida, no lo olvides. Y tu amor está en trozos de manzana, en romance con las orillas del otoño.
Duermes sin ayuda y sales a la calle deseando volver a casa. Sí, reconoces el sonido de tu risa, de tu cabello enredándose en el cuento de mañana. Si ese tiempo pudiese volver tu carne se cubriría de apatía. ¿Sabes qué te esperaría si el viaje que quieres resbalara en tus labios?
No habrá palabras que te salven. Nada sabes de la tibieza. ¿Recuerdas que tu niña la dejaste emboscada en otro estanque? No todo es tuyo, ni tu forma, ni el banquete, ni la música de los metales. Este moverte tan dueña no basta para que los peces llenen el estanque. Tu furia es la antorcha que te mantiene untada a la vida. No lo olvides, el cuerpo rígido en tu cama es el manso sueño que te asiste. No volverán los ladrones y tus ruidos cotidianos inventarán otra polilla. Ya tienes la noche tibia y no son estériles tus memorias.
¿Te provoca ser mujer otra vez?



Tomado del blog Antojos

Acerca del autor:
Sergio Astorga

domingo, 6 de marzo de 2011

Rugosidades - Sergio Astorga


Estás rugosa en mi recuerdo, y como la espalda del río, muchas rocas limitan tus orillas. Reflejas la disciplina solar en tu quemada piel. Los riscos que te forman petrifican mi aliento y unos minutos después, estás húmeda ante mis ojos y un nuevo incendio devasta los pocos infinitos frescos.
A veces me siento montaña y en la hoguera esencial parece que soy astro. El puñal desaparece. El insecto que se esconde entre tus piernas corre rápido a beber su espacio. Las piedras se frotan como si fueran noche y amanece por fuerza de los besos sacrificados.
Encintado en tu pedernal me cuezo y me hago hombre y un nuevo alfabeto afina mi garganta. Me baño bajo el cielo del norte y me desparramo solitario. Dichoso me devoro en tus imágenes. Hazme más tuyo dije, arde, cae en mí, incendia mis ojos, hazme piedra lunar. Dame tu collar de piedras preciosas. Párteme en dos para ser la dualidad como el señor maguey.
Sé que me cubre tu jardín de piedra, que me sabe a polvo el pulque y la huella de tus pisadas quedan petrificadas en mi frente. Soy el fruto de tu rojo vivo y de la amarilla rota luz del pensamiento. Sólo la chispa del amor turquesa tiene el sueño. Sólo la chispa del amor se agrava por tu nombre.




Tomado del blog Antojos

Acerca del autor:
Sergio Astorga

lunes, 14 de febrero de 2011

Era de camarón - Sergio Astorga


En éxtasis, cómica y mártir, el alba huele a carne macerada y se entume en el cristal la imagen de novicia que desgarra al que la mira.
Ha perdido la cabeza y tiene miedo de contagiarse y corre de muro a muro y nunca la miel de la caricia tocó sus pensamientos.
Lo que está en su cuerpo no sale de su cuerpo.
Y el fuego, en su jungla tiene tregua; un hormiguero de apetito y ungüento de sal que se fastidia.
Antes del reino húmedo del viento ya su vientre ensuciaba las sábanas de premoniciones, de futuras contiendas que nunca llegarían.
Vino del mar y los ocres de la piedra le dieron ese rostro y muchas bocas le dieron nombre.
Su sonrisa sangra de su vientre y es un signo que flota y demasiada noche la penetra.
Su era es la del agua y la temperatura del azul es la ceniza que la tizna.
Arde como la piedra filosofal y deja la rosa de los tiempos clavada en la intimidad de los libreros.
Inoportuna y plural, el silencio de lo amado sufre, como sufre el ojo cuando arde.
Era el giro detenido del sexo y la nuca del sueño.
Era inaplazable la sed de sus entrañas y el torbellino de la nada.
Y era de camarón su torrente de signos.
Si. Era de camarón el delirio de sus muslos.




Tomado del blog Antojos

Acerca del autor:
Sergio Astorga