Mostrando las entradas con la etiqueta Olga Liliana Reinoso. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Olga Liliana Reinoso. Mostrar todas las entradas

sábado, 4 de mayo de 2013

Secretos - Olga Liliana Reinoso


Hay secretos que corroen el alma. Son monstruos que se agigantan con el tiempo, que trepan como enredaderas por la medianera entre el alma y el cuerpo hasta alojarse en la garganta. Y allí se desparraman, empetrolan, piquetean la libertad de ser feliz.
Pero hay otros secretos que son abeja destilada, dulce manta de viaje hacia las galas del placer, pasaporte de lujo al paraíso.
Y si, además, hay cómplices punibles que sellaron su boca, cada vez que se cruzan las miradas, que se desliza una mano negligente, que se espolvorea un beso distraído y se obsequia una palabra pimpollosa, el secreto renace, nos habita, nos toquetea por dentro, nos urgencia.
El cómplice se va y uno se va de polizón en su cabeza. Los dos saben que hay una ceremonia “dejá vú”, que otra vez el incendio es implacable.
Este secreto es una obra de teatro multipremiada que convoca otra vez los aplausos y destella sonrisas en los días siguientes para que los de afuera conjeturen: “qué boluda”.
¡Ay! Si supieran.

Sobre la autora: Olga Liliana Reinoso

lunes, 16 de noviembre de 2009

Secretos - Olga Liliana Reinoso


Hay secretos que corroen el alma. Son monstruos que se agigantan con el tiempo, que trepan como enredaderas por la medianera entre el alma y el cuerpo hasta alojarse en la garganta. Y allí se desparraman, empetrolan, piquetean la libertad de ser feliz.
Pero hay otros secretos que son abeja destilada, dulce manta de viaje hacia las galas del placer, pasaporte de lujo al paraíso.
Y si, además, hay cómplices punibles que sellaron su boca, cada vez que se cruzan las miradas, que se desliza una mano negligente, que se espolvorea un beso distraído y se obsequia una palabra pimpollosa, el secreto renace, nos habita, nos toquetea por dentro, nos urgencia.
El cómplice se va y uno se va de polizón en su cabeza. Los dos saben que hay una ceremonia “dejá vú”, que otra vez el incendio es implacable.
Este secreto es una obra de teatro multipremiada que convoca otra vez los aplausos y destella sonrisas en los días siguientes para que los de afuera conjeturen: “qué boluda”.
¡Ay! Si supieran.

Sobre la autora: Olga Liliana Reinoso

viernes, 9 de octubre de 2009

Almuerzo - Olga Liliana Reinoso


Olegario ha sido trasplantado a ese sepulcro ventoso por una mujer a la que nunca quiso. Él, porteño de ley, tanguero de tiempo completo, cayó en esta prisión de mentes provincianas.
Sin embargo, sus hijos son un buen motivo para paliar la soledad, que en esas honduras muerde mucho más.
Pero esa mujer lo saca de quicio.
Muchas veces tiene ganas de ahorcarla. Sobre todo cuando llega cargado del supermercado y se encuentra con que ella y los chicos ya comieron: “No te íbamos a esperar, si nunca sabemos lo que vas a hacer.”
La sangre le sube colérica a Olegario. Se le van las manos. Entonces, entra en la cocina y hace un bife a la plancha. Lo come con bronca, masticándola a ella, para que de una vez por todas desaparezca y se vaya por el inodoro, rumbo a las cloacas, hacia “el nunca más.”

Sobre la autora: Olga Liliana Reinoso

martes, 1 de septiembre de 2009

Veneno – Olga Liliana Reinoso


Cuando abrió ese sobre se sintió una hormiga. Así de mínima y en una cueva sin salida.
Muerta de miedo se presentó en la sala y ofreció su brazo casi en sacrificio.
Como un biplano trató de sobrevolar la zona para alejarse de aquella mancha púrpura que se extendía hasta cubrirla.
Tenía muchas ganas de llorar, pero no sabía bien por qué. Si por la futura verdad que le sería revelada o por su atroz estupidez al haber caído en la trampa de ese reclamo tan cargoso.
Si ya sabía que ese pastel no le gustaba, y que sólo quería comer una o dos veces. ¿Qué quiso demostrar?
Ya no habría incienso en el ritual de la purificación. Debería consumirse en el fuego del castigo divino por pretender emular a la Eva mancillada y desoír el mandato sagrado y el mandato materno.
Había renunciado al celibato. Vendió su virginidad a un espécimen indigno, corrupto, envenenado.
Y ahora, el veneno, estaba en su sangre.

Sobre la autora: Olga Liliana Reinoso