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martes, 7 de febrero de 2012

La hormiga - Carlos Rodríguez



Yo, Hormiga, de naturaleza simple, de trabajo eterno mientras dure mi vida, yo aunque parezco insignificante ante el mundo, el mundo gigante, no dudo de mi origen ni le doy razones ilógicas a su comienzo, vivo trabajando para ser lo que soy. ¿Qué dios despiadado habría de darme la vida y su impulso con el único objetivo de morir trabajando?, qué dios de no ser uno nada benevolente, iluso el hombre que aún siendo tan grande y tan “inteligente” cree en un ser omnipotente imaginario, en un sudario de milagrosa existencia, en una imagen que llora sangre, que ser tan iluso el hombre que dedica su vida a orar al cielo e implorar beneficencia de algo que ya tiene en vida, que ser tan abstracto el que dedica su vida a un padre que nunca ha visto, que lo abandonó en la tierra a su suerte; en la mitología de su tiempo, en las supersticiones de geografía; pobre hombre, ¿cuándo escuchará a su naturaleza?, solo cuando acalle a su dios.

martes, 24 de enero de 2012

Ironías de la muerte - Carlos Rodríguez


Más allá del atardecer no logré sobrevivir, solo recuerdo que en la última mitad de mi vida no creí en la vida después de la muerte, para mi la vida era nada más que el resultado de las leyes del azar que jugaban con los elementos existentes de la tierra, la existencia de la humanidad no era más que (haciendo una analogía) la reacción de una roca cayendo en el agua calma logrando la reacción de ondas que existirían en tiempo y en espacio hasta que la misma naturaleza y las leyes de la misma hicieran que cesara. Ahora había muerto y me encontraba pensando esto hasta que una voz me dijo que me acercara, lo hice y encontré el paraíso, Darwin y Russel me daban la bienvenida al mismo tiempo que hablaban de algún tema de ciencia con Einstein y se jactaban de la tetera del segundo. Después de eso mi vida terminó, como siempre lo supuse.

Tomado de Microtexteando