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sábado, 17 de noviembre de 2012

Asesinando blátidos - Rita Vicencio


Las cucarachas son los seres más resistentes del mundo, dicen; serán los únicos sobrevivientes de una guerra nuclear junto con "los mojados", dicen. Yo de esos bichos se poco, salvo que son cafés, les encanta el calor y la oscuridad y que a más de uno le ponen nervioso, además de crujir como galleta crocante cuando se aplasta su exoesqueleto. Se reproducen a una velocidad brutal, como cucarachas, y todas son iguales, como los hombres diría alguna.

Hoy las he estado observando mientras leía en un banco de terraza. Silenciosas, rastreras, precavidas; asomando de la coladera con precaución, lentamente. Más de 5 min. en la boca del desagüe. Mi paciencia ha sido mayor, leyendo con un ojo al blátido y otro al garabato.
Son asquerosas, sí, pero ese sonido crocante es tan gratificante. Mientras mayor la cuca más crocante el sonido, ¡como una deliciosa barra de granola al desgajarse! Y Mientras más grande es la cuca, mayor es el tiempo que tarda en morir mientras sus convulsas patas y antenas marcan un beat inaudible y desconocido.

Heme aquí, acechando a uno de esos insectos que se desgranan lentamente por las baldosas de la terraza, esperando que se aleje lo suficiente de su pertrecho. Desde aquí logro distinguir su oscuridad ocre que se desvanece en la negra oscuridad del desagüe. Y espero pacientemente, mientras observo a otra cuca que realiza su espasmódica danza junto con otras más, que lentamente han caído bajo mi suela. Hoy soy una asesina de cucarachas.


Tomado del blog: http://saborajenjo.blogspot.com/
Sobre la autora: Rita Vicencio

viernes, 8 de junio de 2012

Asesinando blátidos - Rita Vicencio


Las cucarachas son los seres más resistentes del mundo, dicen; serán los únicos sobrevivientes de una guerra nuclear junto con "los mojados", dicen. Yo de esos bichos se poco, salvo que son cafés, les encanta el calor y la oscuridad y que a más de uno le ponen nervioso, además de crujir como galleta crocante cuando se aplasta su exoesqueleto. Se reproducen a una velocidad brutal, como cucarachas, y todas son iguales, como los hombres diría alguna.
Hoy las he estado observando mientras leía en un banco de terraza. Silenciosas, rastreras, precavidas; asomando de la coladera con precaución, lentamente. Más de 5 min. en la boca del desagüe. Mi paciencia ha sido mayor, leyendo con un ojo al blátido y otro al garabato.
Son asquerosas, sí, pero ese sonido crocante es tan gratificante. Mientras mayor la cuca más crocante el sonido, ¡como una deliciosa barra de granola al desgajarse! Y Mientras más grande es la cuca, mayor es el tiempo que tarda en morir mientras sus convulsas patas y antenas marcan un beat inaudible y desconocido.
Heme aquí, acechando a uno de esos insectos que se desgranan lentamente por las baldosas de la terraza, esperando que se aleje lo suficiente de su pertrecho. Desde aquí logro distinguir su oscuridad ocre que se desvanece en la negra oscuridad del desagüe. Y espero pacientemente, mientras observo a otra cuca que realiza su espasmódica danza junto con otras más, que lentamente han caído bajo mi suela. Hoy soy una asesina de cucarachas.


Tomado del blog: Con sabor a ajenjo
Rita Vicencio

viernes, 2 de marzo de 2012

Cuestión de números - Rita Vicencio


Javier se acaba de enterar. Otro vecino que fallece este año. El cuarto a su alrededor. Dos en su edificio, dos en los edificios de enfrente. La casona abandonada que flanqueaba su edificio ha desaparecido también, por fin ha recibido el tiro de gracia a manos de una máquina demoledora que terminó con su agonía. Una más de las señales familiares que desaparecen en las cercanías. Con esta van cuatro también, en lo que va del año. Las chatarras que sus viejos vecinos llamaban autos y que se hallaban eternamente aparcados a las afueras de  su edificio también han ido desvaneciéndose poco a poco. Si mal no recuerda, eran cuatro, incluido el armatoste ese que alguna vez fue un Cadillac de lujo y que desde hace años era casa de ratas y vagabundos. Empieza a distinguir un patrón en todo esto, aunque muy claro no lo tiene todavía. Meditabundo, saluda a una vieja enjuta y frágil eternamente vestida de negro. Hace un año que se ha mudado al edificio, la nueva vecina del cuatro.

Tomado del blog
http://saborajenjo.blogspot.com/

miércoles, 22 de diciembre de 2010

La historia de tu vida - Rita Vicencio


Salió a la calle, sin rumbo fijo. La noche era calurosa y el sudor hacía que la ropa se le pegara. Estaba harto del mundo, y harto de sí mismo. Se sentía vacío, reseco. Paró junto a una máquina de sodas y depositó una moneda. Nada. La máquina estaba vacía y se tragó su moneda. Soltó una maldición y siguió su camino. Más allá, las luces de neon de un bar lo llamaron. Entró y pidió una cerveza.
–Invítame un trago y te cuento la historia de tu vida –le susurró una voz femenina al oído.
Volteó y vio a una chica delgada de labios negros y cabellos rojos, vestida de forma extravagante.
–¿Cómo has dicho?
–Invítame un trago y te cuento la historia de tu vida –repitió.

La frase era tan surrealista que no se le ocurrió otra cosa que señalarle una silla, pedir otra cerveza y empezar a escuchar.

Ella habló. Habló largamente de las cosas más tristes y oscuras de la vida. Habló con una voz ronca, susurrante. Él sólo interrumpía para pedir más cervezas, y la noche corrió como un río de alcohol y palabras donde él se dejó llevar, flotando hacia la inconsciencia.

No llegó a escuchar cuando ella habló del hombre sudoroso que salió a la calle y perdió una moneda en la máquina de sodas, mucho menos de la chica del pelo rojo, y jamás se enteró de cuándo ella habló del colapso alcohólico que sufrió el hombre en el bar.


Tomado del blog: http://saborajenjo.blogspot.com/