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sábado, 1 de diciembre de 2012

Bioma - Claudia Sánchez


Dos millones de piedras planas llovieron el último día sobre el pueblo. El sol que disolvió las últimas nubes, comenzó a calentar las piedras negras, haciendo hervir el barro que tapaban. La primavera comenzó a brotar. La vegetación se hacía cada vez más exuberante sobre aquel lugar signado por las tragedias. Sus habitantes, con la alegría recién recobrada, volvían a sentirse intranquilos con el avance inexorable del verde sobre el negro. Un verde que iba tomándolo todo; paredes, techos, postes, hasta los cables del precario tendido eléctrico quedaron ocultos por el vergel, que aceleraba su crecimiento si alguna raíz, un tallo, una hoja siquiera era cortada. Comenzó la emigración de los pobladores que, en caravana, iban en busca de otro lugar donde vivir.

Ya se había marchado el último hombre cuando unos niños, escondidos en el jardín de una casa, comenzaron a jugar a la payana con las piedras negras del suelo. Cada vez que levantaban una, el aire se calentaba y se detenía el crecimiento de su planta. Entonces comprendieron su misión. Pronto formaron las tribus payaneras, que desde aquellos tiempos pueblan la impenetrable Amazonia para mantener en equilibrio el clima ecuatorial.

Sobre la autora: Claudia Sánchez

jueves, 1 de noviembre de 2012

Nobleza obliga - Claudia Sánchez


No tenía que afeitarse la cara. Todos decían que en aquel pueblo el poder de los hombres se notaba por el largo de su barba. Había quienes lucían barba de un mes, otros, largas hasta el pecho y algunos tan larga, que formaban túnicas que cubrían su cuerpo. Le gustaba la idea de no rasurarse más. Hasta que, pasada una semana, se topó con un hombre de rostro lampiño y como sintió pena por él, le preguntó: “¿No te preocupa lo que piensen de ti, por qué no te dejas crecer la barba?” a lo que el hombre contestó “Bienvenido forastero. Entre tantos míseros barbados, solo unos pocos han tenido la nobleza de preguntar. Quien se preocupa por sus semejantes posee sabiduría y eso le hace merecedor de conocer la verdad: el verdadero poder no se nota en el rostro sino en el corazón.” Mas tarde supo que había conocido a uno de los poderosos sabios del pueblo, a quienes la mayoría llamaba pobres.

Tomado del blog: Cortitos

Sobre la autora: Claudia Sánchez

Vacaciones - Claudia Sánchez


Comenzó el receso escolar de invierno. Afuera, la temperatura apenas sube un par de grados sobre el cero, por lo que recomiendan salir solo para lo estrictamente necesario, hasta tanto la ola polar pase.
"Máaaaa... estoy aburrido..." mientras desde la biblioteca, la cajonera y el baúl, algunos libros, juegos y juguetes llevan una vida de ociosidad, interrumpida semanalmente por el paso intempestivo del plumero.
"No quiero jugar solo..." esgrime con el hábil manejo de ese llanto culpabilizador que me conozco de memoria. Entonces ensayo algunas de esas frases que siempre odié y que, cuando las escuchaba, me hacían pensar en un "y a mí que me importa", prudentemente callado:
—Cuando yo tenía tu edad...
—Bueno, está bien, negociemos, —como si yo se lo hubiera propuesto.
—¿Qué negociamos? —Pregunto, arrepintiéndome de algunas de mis expresiones fielmente copiadas por esta esponja ultra absorbente.
—Nos turnamos con la compu y con la tele, yo practico las tareas a la mañana, y a la tarde, si no salimos, jugamos los dos a algo...—Con esa cara de haber concebido el plan perfecto.
A mí no se me ocurrió pensar en una rutina para los 20 días de receso.
Su plan, si bien necesita de algunos ajustes, parece muy viable. Comenzó a regir desde ayer.
¡Buenas vacaciones! Nos vemos en la vuelta a la normalidad.


Tomado del blog: Cortitos

Sobre la autora: Claudia Sánchez

sábado, 31 de diciembre de 2011

Cuestión de Tiempo - Claudia Sánchez

"Sentía que necesitaba más tiempo. Ese fin de año desafió las leyes naturales y a la hora del brindis, en lugar de tomar las doce pastillas, una con cada campanada, duplicó la cantidad y las tomó juntas con una buena copa de extra brut. Un leve rictus de decepción se dibujó en sus labios mientras saludaba a sus compañeros de brindis, quienes expresaban los mismos deseos de buena vida de siempre. Nada estaba cambiando. Se acomodó en un sillón, copa en mano y meditó sobre la falibilidad de las leyes naturales. Sospechaba que esas pastillas no contenían un mes, ni había que tomarlas, forzosamente, una por una al principio de cada año. Pensó que no eran más que un ardid de su inventor para ganar dinero. Él tendría que seguir corriendo para poder hacerlo todo y acabaría tan agotado como se sentía entonces.
Oyó que lo llamaban desde lejos. Quiso abrir los ojos pero sus pestañas le pesaban como barrotes. Sintió que le quemaba la mano que acababa de romper la copa. Un vértigo insoportable se apoderó de él. Su mente apenas reconocía palabras sueltas. Sobredosis. Tiempo. Estrés. Locura. Alcohol. Inconsciente. Emergencia. Shock. Coma.
Luego nada. Todo había desaparecido. Solo pudo rescatarse lo que quedó grabado en el chip negro con el código holográfico que todos llevamos en el occipucio y que, por suerte, el líder se apresuró a desprenderle en el minuto final.”
Sobre la historia de Jacques se escribió “El empleo del tiempo” que usted acaba de adquirir.
Le recordamos que, para una mejor visión estereográfica, la obra hologramada debe escanearse mediante su retina izquierda, a un nanomilímetro por segundo.
Su compra ayuda a mejorar la especie. Precio de tapa: doce días, tres horas y cuarenta minutos.
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lunes, 7 de noviembre de 2011

Diciembre - Claudia Sánchez


Cada vez que llega diciembre al hemisferio sur, dos entidades que moran, en el centro de la tierra, una, y en lo alto del cielo, otra, se empecinan en extraerme la energía vital que me mantiene en movimiento. Trabajan juntas en una sinergia perfecta. Cuando duermo, la profunda se entromete en mi sueño y me hace trabajar y me persigue y me acosa y me agota, hasta que la etérea llega a despertarme. Y cuando debo comenzar mi día, ésta me duerme, me agobia, me lentifica, me fastidia, me desgana, hasta que la noche llega y todo vuelve a comenzar. ¿Será porque en estos momentos, y según mi altura desde hace añares, la inclinación del eje de la tierra hace converger las fuerzas de ambas entidades en la intersección de mis dos centros, el vientre y la crisma? Sí, será por eso. No porque se avecine otro diciembre sin ti.

Claudia Sánchez

martes, 6 de septiembre de 2011

Función - Claudia Sánchez


Había aceptado cumplir el rol del muñeco aunque hacía mucho que no creía en cuentos de hadas. La paga era buena por dos horas de trabajo. Se trataba de una función de teatro para niños. Poca exigencia, además. Pero esa tarde, al subir al escenario había algo en el ambiente que lo inquietaba, aunque no podía precisar qué. Las luminarias convergían sobre el escenario, los personajes ocupaban cada uno su lugar, el clima de la carpintería estaba bien logrado, todo parecía en orden. Hasta que vio a los niños. Miraban absortos hacia el techo del escenario. Allí sobrevolaba un hada de vaporoso vestido y alas blancas. Pensó que los niños se asombraban al creer que el hada realmente podía volar. Eran inocentes después de todo. Pero cuando quiso decir sus líneas no pudo abrir la boca, tampoco pudo moverse. Estaba convirtiéndose en madera. El hada, a punto de desaparecer, le susurró: “Tengo que asegurarme de que los niños sigan creyendo en mí: hoy realmente serás tu personaje”.

Sobre la autora: Claudia Sánchez

miércoles, 22 de junio de 2011

Devoción - Claudia Sánchez


Hace un par de meses llegó al monasterio, el monje que estábamos esperando. Su aspecto era corriente pero muy carismático. Había amabilidad en sus palabras y en su mirada, sus gestos eran pausados sin ser solemnes. No había mentido cuando dijo que poseía el don de lenguas: pasaba la mayor parte del tiempo susurrando oraciones ininteligibles.
Una noche, el tono monocorde de sus plegarias había cambiado. Parecía estar con alguien en su habitación, contigua a la mía. Si bien no comprendía qué decía, su tono hacía suponer que pasaba por un tormento. Pensando que tal vez estaba enfermo, fui a su cuarto y divisé la puerta entreabierta. No pude evitar mirar a través de ella.
Sentada en el suelo, con las piernas cruzadas, semidesnuda, encerrada en una especie de triángulo de luz, se encontraba una mujer –ahora lo notaba- realizando un rito extraño que iba subiendo de tono e intensidad conforme sus manos unidas en plegaria subían desde su vientre hasta su cabeza con movimientos sinuosos.
Yo caí de rodillas, hipnotizado. De pronto pude entender lo que decía. El momento del despertar de su Kundalini había llegado. Y el de mi iluminación.
Desde entonces, todas las noches me instruye en el tantra y durante el día oramos en lenguas. Tal fervor hizo que nuestro superior solicitara otro monje al monasterio vecino. La estamos esperando.

Claudia Sánchez

miércoles, 30 de marzo de 2011

Frío – Claudia Sánchez


Ella sabía que ese espejo era un portal de entrada a otra dimensión. A veces, mientras se miraba en él, percibía como una onda a sus espaldas, como una ráfaga que quitaba el polvo de las cosas y dejaba todo más brillante.
Nunca se había animado a tocarlo, pero podía sentir un calor que emanaba de él al acercar sus manos. Curiosa por naturaleza y atenazada por el duro invierno y el hambre de la guerra, decidió probar mejor suerte cruzando al otro lado.
Primero probó con una mano, que retiró rápidamente comprobando que había tomado un leve color rosado y estaba tibia. Pensó que en aquel lugar definitivamente no hacía frío y seguramente tendrían comida. Cruzó de un salto.
No podía definir el lugar, pero allí no tenía hambre, ni sed, ni frío. Solo una sensación de paz y bienestar. Al volverse hacia el espejo, le asombró ver a una niña parecida a ella dormida en el suelo, cubierta de escarcha.

martes, 22 de marzo de 2011

Corazón – Claudia Sánchez


Estaba arreglándose el pelo frente al espejo del baño.
Una radio sonaba en la habitación de al lado. "Yo no sé lo que me pasa cuando estoy con vos, me hipnotiza tu sonrisa, me desarma tu mirada, y de mí no que ...da nada, me derrito como un hielo al sol…"
De pronto los recuerdos inundaron su mente y sus ojos. Esa vieja estrofa escuchada en el contestador telefónico de su departamento de soltera, cuando llegaba de un día de trabajo agotador, le renovaba la alegría de vivir. Sin querer, hacía una retrospectiva de cuánto había pasado en tanto tiempo. De cómo había cambiado su vida ése que se comportaba como adolescente para conquistarla.
"Yo no soy tu prisionero y no tengo alma de robot, pero hay algo en tu carita que me gusta, que me gusta y se llevó mi corazón, se llevó mi corazón, se llevó mi corazón, se llevó mi corazón."
La música se detuvo, al igual que ella frente al espejo. Fue entonces cuando lo comprendió. Sin pensarlo, tomó la hojita de afeitar que aún conservaba de su difunto marido y empezó a destruir la prueba del delito. Comenzó a tajear su rostro, centímetro por centímetro. Nadie más moriría por su culpa. Nadie más.

Claudia Sánchez

Ilustración: Tres (detalle)
Marco Maiulini.http://www.flickr.com/photos/marcomaiulini Todos los derechos reservados.
Reproducido por gentileza del autor.

viernes, 18 de febrero de 2011

Galatea de los mares - Claudia Sánchez


Todos sabían que al rey Pigmalión le molestaba el temperamento histérico de las mujeres, sobre todo si éstas no eran hermosas. Nadie se extrañaba de que pasara sus días esculpiendo a su mujer ideal: una preciosura de mármol blanquísimo a la que llamó Galatea. Solía hablarle a la piedra cual si fuera su dócil amada. No pocas veces yo, que lo asistía, temí por su cordura.
Una vez finalizada su magnífica obra, el rey sintió que la amaba con pasión y rogó a los dioses que insuflaran vida a su estatua para que terminara con la soledad de sus días. Yo también rogaba.
Finalmente se apiadaron de nosotros y Galatea cobró vida.
Tal era la alegría que sentíamos los tres, que fuimos a agradecer a los dioses a la orilla del mar. Galatea no dejaba de alabar a su amo y Pigmalión no cesaba de elogiarse a sí mismo por tal perfección.
Después de la primera zambullida de los amantes, comprendí que mi ruego también había sido escuchado.
Mi padre nadaba convertido en un enorme y tosco cetáceo y Galatea volvía a ser una estatua, pero de oscuro bronce y con cola de pez, encallada para siempre en los acantilados. Y yo, agradecí a los dioses el comienzo de mi nueva vida.

miércoles, 19 de enero de 2011

El Creacionista - Claudia Sánchez


Tengo un sueño muy recurrente por estos días: sobrevuelo la tierra de sur a norte. Allí, los sentidos se distorsionan y tanto puedo ver al planeta entero, como a las piedras del fondo del mar. Puedo doblar la línea del tiempo, hasta hacer que sus extremos se toquen y formen un círculo sin principio ni fin. Y en esa rueda, sobresalen siete ángeles con siete candelabros en las puertas de siete iglesias, quemando siete sellos que desatan siete plagas que destruyen toda vida sobre la tierra. Y veo también a doscientos millones de jinetes inmaculados que son salvados y transformados para el inicio de una nueva era. Y los veo nadando en un magma blancuzco, luchando por alcanzar la luz que los volverá a la vida. Entonces, en dominio de un poder absoluto, contengo el aliento y despierto. Acabo exhausto. Sé que la única manera de terminar con estos sueños es empezar de una vez con La Creación. Un día de éstos.

Sobre la autora: Claudia Sánchez

sábado, 18 de diciembre de 2010

Ana de los Gatos - Claudia Sánchez


Ana de los Gatos. Así la llamaban en el barrio. Así la conocieron en todo el mundo. Nieta e hija de veterinarios, ella no necesitaba serlo para proteger a los animales más que a su propia vida. El día de su entierro, detrás de las únicas dos vecinas que acompañaban el féretro, se formó una larguísima fila de animales de las más diversas especies, pero sobre todo, gatos. Numerosas familias de gatos se sumaban a la caravana a cada paso. Los abuelos aún recuerdan los maullidos lastimeros que enloquecieron a la ciudad durante la media hora que duró el entierro. Hubo madres que salían a la calle desesperadas, temiendo que algo catastrófico estuviera provocando esos llantos de criaturas. Cuando todo acabó, una tristeza inmensa invadió la ciudad. En medio de un nuevo silencio, notaron que no había animales en ningún lado. Ni hormigas trabajando, ni pájaros volando, ni perros ladrando. Tan insoportable era esa tristeza que uno a uno, todos los habitantes de la ciudad, se dieron cita en el cementerio, donde los animales velaban la tumba de Ana. Cuando el último de los ancianos presentó sus respetos frente a la lápida, los animales retornaron a sus vidas, marcando para siempre en el calendario local el día en que Ana de los Gatos murió.

sábado, 11 de septiembre de 2010

Adoración - Claudia Sánchez


Un par de piedras planas encastradas en los ojos, donde había esmeraldas y los caracolitos engarzados en los huecos del manto, donde estaban las perlas y rubíes, fueron las pistas que llevaron a los investigadores a rastrear en la playa lindera a la iglesia.
En una de las grutas naturales formadas en las rocas, encontraron el botín. Un semicírculo de velas ardientes custodiaba una imagen de la Virgen del Rosario. Hecha de barro por manos inexpertas, presidía un improvisado altar de lajas y restos marinos. Un grupo de niños harapientos la adoraban detrás del círculo candente. “¿No es hermosa nuestra madre?” preguntó una niñita de cara sucia a los uniformados. La cristalina esperanza que refulgía en aquellos ojos barrosos les anudó la garganta y la culpa. Se retiraron dando por concluida la búsqueda y cerrando el caso. Más ligeros de conciencia, sentenciaron: “La iglesia bien puede reponer las joyas”.
En la gruta, los niños ya se han bañado y vestido y están colgándose las mochilas. Sus padres encabezan la fila india. “Apúrense niños, que la próxima Iglesia queda a dos kilómetros por la playa. Llegaremos justo al anochecer.”

Tomado de: http://sanchezclaudiabe.blogspot.com/

martes, 10 de agosto de 2010

Destino ancestral - Claudia Sánchez


Primero fueron las cruces celtas, hechas de sangre, que flotaban en el agua de las pilas bautismales. Luego fueron las visiones de seres crucificados, emanando una luz brillantísima. Le siguieron los vívidos sueños, simultáneos e idénticos, de los sacerdotes lugareños: un círculo de dragones que quemaban robledales, dejando al descubierto a un grupo de druidas que, a escondidas, escribían el libro más grande que nadie jamás podría haber escrito. Y finalmente, las ruinas cada vez más visibles emergiendo de la tierra.Luego de nueve días de intensa investigación y gracias al acceso irrestricto a la Biblioteca Digital Mundial, pude interpretar el mensaje que algunas fuerzas ocultas estaban dejando.Pero al revelárselo al Consejo Supremo de Sacerdotes, me trajeron aquí, me ataron a esta losa y me dijeron que si estaba en lo cierto ya vendrían a rescatarme. ¿Eres tú la ninfa que soltará mis ataduras con esa espada? —No cariño, soy Morgana, la cocinera del manicomio. Hoy no nos enviaron la vianda y los grifos blancos tienen hambre. Venga, voltea la cabeza para allí y cuéntame de nuevo la historia.


Tomado de: http://sanchezclaudiabe.blogspot.com/

jueves, 15 de julio de 2010

Salvación matemática – Claudia Sánchez


En la habitación del muerto, destacaba la colección de "Cábala y Economía"; por eso supuse que la clave de acceso de la computadora sería un código de 5 dígitos.
Sumé las letras de su nombre reduciéndolas a un número: 9. Intenté con los primeros 5 de Fibonacci, que sumando el primero y el último resulta 9. Incorrecta. Finalmente, luego de muchos cálculos, logré descifrar la clave: la suma de 2 cifras de 5 dígitos, del 0 al 9, donde la sumatoria de cada cifra se refleja al final de la misma y sumada a la otra resulta 9. La clave fue 99.999.
Al iluminarse la pantalla, una leyenda instaba al lector a dirigirse al Presidente de la Nación, para revelarle la verdad, grabada en un archivo de audio. Y allí fui.
“Un nuevo orden universal está naciendo. Los 10 responsables de la catástrofe mundial debemos suicidarnos para salvar a mil millones de hambrientos cada uno. Cientos de miles de monjas alrededor del mundo sabrán qué hacer si esto no se cumple. En archivo aparte figuran los 10 nombres, que el portador ya conoce y tiene instrucciones al respecto. La cuenta regresiva ha comenzado. El 10° no tuvo valor para matarse, así que lo hice yo. Tú eres el 8°. No intentes borrar este archivo”.
Pero, incrédulo, presionó rápidamente la tecla Borrar y, literalmente, se desintegró.
Ahora usted, que es el primero y el último, ¿quiere que siga contándole la historia o prefiere hacerlo a su manera?

Primer Premio - Concurso Minificciones Diciembre
Tomado de http://sanchezclaudiabe.blogspot.com/