Mostrando las entradas con la etiqueta Rafael Vázquez. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Rafael Vázquez. Mostrar todas las entradas

domingo, 25 de octubre de 2009

Estridencias - Rafael Vazquez


A veces pesa tanto la cantidad de soledad que llegamos a juntar que nos alojamos en un hotel a media noche sólo para huir de ella. Una vez en la suite inventamos cualquier justificación para pedir servicios por teléfono, regresar a recepción, cruzarnos con huéspedes en los pasillos… Nos sentamos al borde de la cama y el chirriar de los muelles provoca un gemido al otro lado de la pared. Pensamos que no guardaba relación con nosotros hasta que nuevos suspiros responden al oxido de los hierros. Después de la bulliciosa pasión, sin pronunciar una sola palabra, nos hemos dormido con un siseo denso de la garganta. A la mañana siguiente hemos entregado las llaves en el mostrador y hemos descubierto que ruidos conocidos nos seguían, alquilaban un apartamento al lado del nuestro y nos acompañaban hasta que frecuentes discusiones de platos y vasos rotos instalaban de nuevo el silencio y el olvido en nuestras vidas.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Sirenas - Rafael Vázquez


Hubo un movimiento generalizado de pánico en el barco que a poco hunde la embarcación, debido a que nadie, ni siquiera el capitán del navío, esperaba encontrar a las temibles sirenas en esas aguas y menos aún en esa ruta.
Mientras el barco se acercaba inexorable a las proximidades del arrecife de rocas donde moraban las fabulosas mujeres con cola de pez, sin posibilidad de cambiar el rumbo a tiempo como para no escuchar sus cantos, todo tipo de imágenes horribles acudía a nuestros ojos y memoria mientras echábamos mano de nuestros recuerdos colectivos para intentar salir indemnes del, de todo punto, imprevisible contratiempo.
Nos apresuramos a atarnos unos a otros con complicados nudos a las arboladuras y trinquetes de la nave, a acomodarnos improvisados protectores acústicos en los oídos, a dañarse, los más asustados, tanque y yunque para poder salvarse de la irresistible tentación sonora.No caímos en que llevábamos años saturando nuestros ojos de todo tipo de imágenes sensuales, nuestros oídos con decibelios de sonidos que exploraban nuestros tabúes mas profundos.
Cómo imaginar que todo eso nos había ido haciendo, lentamente, insensibles a cualquier tentación natural no tecnificada por mucho que esta se hubiese ido perfeccionando generacionalmente durante miles de años.
Y cómo no pensar, después de todo, reflexionábamos mientras el barco se alejaba e íbamos dejando atrás a las esforzadas sirenas, que cualquiera de nosotros había asistido a lo largo de su vida a decenas de espectáculos mejores.

sábado, 17 de octubre de 2009

Molinos de palabras – Rafael Vázquez


La primera arma de todo enemigo es el camuflaje, y Don Quijote sabe que su adversario ha aprendido a ocultar perfectamente su presencia.

Concluye que debe poseer unas dimensiones ciclópeas, pues es capaz de hacer desaparecer montañas de un día para otro, desviar ríos, modificar horizontes; igualmente ha podido crearse una hipotética imagen de su forma y figura a partir de las huellas de sus embestidas.

Si bien los demás hablan de ilusiones ópticas, de desvaríos, de productos de la sinrazón, el ingenioso hidalgo ve en todo ello la obra de quien quiere marcar su vida como una cicatriz que le cruzara toda la piel.

Algo ha cambiado sin embargo desde hace tiempo, en concreto desde el épico episodio de los molinos de viento; su enemigo da muestras de haber resultado herido en esa batalla, su ritmo de combate ha disminuído, su técnica se ha tornado más torpe, sus ataques reflejan debilidad.

De este modo Don quijote está seguro de que si consigue camuflarse correctamente entre las frases del paisaje, detrás de símbolos y apariencias, sólo entonces logrará arrebatarle al autor de su locura y sus desdichas la otra, la única mano que aún conserva.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Ciudades - Rafael Vázquez


Se escucha un grito estremecedor en la noche en algún lenguaje familiar al vello y la epidermis. Me asomo a la ventana, durante varios largos minutos rasgan, el silencio de la calle vacía, voces temerosas, carreras apresuradas, rechinar de neumáticos que huyen pero que los ojos no ven.

En los días que siguen los diarios y noticieros locales no realizan la más mínima alusión a lo sucedido.

Incapaz de conciliar el sueño, las noches siguientes observo, desde la ventana de la habitación, la orografía de la ciudad a esas horas: calles que se adentran en la oscuridad, espesas sombras que se aprietan contra las islas de luz de las farolas, el gato negro que aparece y desaparece en lo desconocido jugando con las confusas perspectivas.

No puedo dejar de pensar que cada ciudad alberga dentro de sí otras ciudades paralelas, igualmente contaminadas, infestadas de gente con vidas igual de inútiles y absurdas que las nuestras; cómo explicar si no los gritos sin boca, las voces conocidas procedentes de calles inexistentes, el rumor de risas infantiles que hierven en parques vacíos a medianoche.

Ausculto la noche con vasos, con sensores estudio las sombras buscando indicios de otros lados en algún lugar del aire oscuro y de los callejones, tratando de determinar la naturaleza exacta de las voces, pautas inteligentes, posibles respuestas a mis interrogantes susurros.Entonces, desde el otro lado de ningún sitio escucho un rumor, algo parecido a una voz humana que de pronto pregunta, trémula y nerviosa, si hay alguien ahí.

No puedo evitar dejar caer el vaso al suelo, gritar, gritar en la oscuridad, y correr, mientras comprendo, sé con certeza ahora, que ese grito habrá despertado a alguien como yo que buscará noticias sobre mí a la mañana siguiente en los diarios de esa otra ciudad.

sábado, 4 de octubre de 2008

Programa Dinosaurio - Rafael Vázquez Suárez


Random Despertar nº... 10.032:
El sujeto M abre los ojos. Habitación blanca, cuadrada, con cama, mesita y una puerta cerrada. M se incorpora. Sobre la mesita un cuchillo de caza, que coge. Exploración cautelosa de la habitación. Tras varios minutos el sujeto avanza hacia la puerta. Una madera de la moqueta cruje. M se para, silencio. La habitación parece moverse. El sujeto, en tensión, empuña con fuerza el cuchillo. De pronto una de las paredes de la sala, rápidamente, se divide en dos poderosas fauces que atrapan a M, sin posibilidad de defenderse, engulléndolo casi en su totalidad, de un solo bocado. La pared mastica pausadamente, minuciosamente, al sujeto. Sangre por toda la sala, el cuchillo pegado a la puerta. La pared va recuperando, lentamente, su forma y lugar originales. Inactividad. Tiempo transcurrido: 78'.
Reinicio.
Programa Dinosaurio. 
Random despertar nº... 50.456.231: 
M abre los ojos, vegetación...