Mostrando las entradas con la etiqueta Trent Walters. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Trent Walters. Mostrar todas las entradas

miércoles, 27 de enero de 2010

Chica de porcelana - Trent Walters



Anan Muss era cuidadoso, pero no tan cuidadoso como para no cometer errores (después de todo, una legión de cortadoras del Rey Ceniza una vez blandieron sus hojas arqueadas sobre su cabeza en cada puerto de entrelazamiento cuántico). La precaución de Anan principalmente significaba que le tomaba más tiempo hacer tareas simples ―como si su cerebro se hubiera disparado a la velocidad de la luz, retrasando su tiempo en relación con los demás―. Lavar, planchar y doblar la ropa por lo general le costaba un fin de semana, incluso con los robots. Para la limpieza de su apartamento necesita una semana de vacaciones.
El amor era más complicado. El cortejo duraba eones: un mes o más para reunir el coraje para invitar a las damas al teatro acuario, para hablar intimamente y pasear por los jardines colgantes de orquídeas, sin embargo, un mes más para besarlas bajo los puentes de los canales y un año más para caer perdidamente enamorado. El año siguiente debería ser el del matrimonio, supuestamente, pero las mujeres rara vez esperaban el tiempo suficiente para que él las invitara a salir.
Afortunadamente, la segunda generación de mujeres IA apareció en Japón. Todos los muchachos tímidos quería una. Por su diseño, las cantidades eran bajas y alta la demanda. Una le habría costado su salario anual de contador.
Así Anan ordenó por correo a uno de esas imitaciones casi al límite con lo real hechas en China. Sus dedos temblaron al desenverla. Su piel ―suave, blanco marfil― acentuaba su cabello negro azabache. Su corazón quería ir al galope, pero él lo contuvo con las riendas. Ella aceptó su mano y salió de la caja, "¿No soy hermosa?"
Atrapado con la guardia baja, pero siempre poético, Anan buscó las palabras adecuadas: "Sí ....Quiero decir, no .... Quiero decir, sos hermosa".
"Amame y seré quien quieras."
"Ser uno mismo ya es bastante, aunque el contenido puede asentarse, como el cereal en una caja".
"Y vos serás quien yo quiera que seas".
“Seguro. Dentro de los límites de mi patrón cerebral presente”.
Ella hizo planes para su mutuo futuro. Él dijo que esperaba que ella tuviera paciente comprensión, ser alguien con quien pudiera compartir unas palabras, alguien que lo afilaría suavemente, alguien que desafiara y aceptara desafíos. "Eso es exactamente lo que soy", dijo ella, mencionando su sensibilidad poética sin precedentes.
Mientras él pintaba un poema de amor de porcelana, mencionó esa idea estúpida que había tenido de salir con mujeres en forma virtual ―no por el amor per se, sino para comprender mejor a las mujeres.
Le entregó su poema:
La laxitud en
el amor ordeña
la negra

hinchazón de
minutos retorcidos
en horas


Ella rompió la porcelana y se marchó. "No tengo tiempo para las palabras."
"Ella tiene razón." Anan escrudriñó los pedacitos rotos. "No es un gran poema de amor."



Versión de Saurio.
Original en The daily cabal.
Imagen a partir de una foto de Gladys Luque

Hypocrite Écrivain, Hypocrite Lecteur: una carta a los editores de DailyCabal.com - Trent Walters




Estimados editores,
Desde su lanzamiento, he leído fielmente su revista. Es como un barco que a veces se arroja hacia mundos increíbles y a veces raspa su casco lleno de percebes a través de estrechos agujeros de gusano. El poeta de CF Anan Muss, sin embargo, ha naufragado y ya no debería capitanear vuestros mástiles (o incluso limpiar la cubierta).
Sus temas suelen ser variaciones darwinistas sobre los idealistamente aptos, que en realidad son ineptos por su ingenuidad idealista, lo que hace que sean zarandeados por los supuestos ineptos (de acuerdo a los estándares que la humanidad dice sostener), pero que son realmente aptos, ya que obedecen a un tácito darwinismo social. Si bien los temas deberían molestar a los despreocupados y, de hecho, merecen ser escuchados, parece que el poeta en sí no cumple con sus ideales implícitos: Todos tienen un valor y debe ser tratados como tal.
El año pasado, pagué para asistir a un evento en beneficio de la Sociedad de Poetas de CF porque Anan, un hombre de auto-supuestamente altos principios, era el invitado de horror ―perdón, honor―, teletransportado desde Jac-sun V. Se pasó la tarde bebiendo una docena de Chardonnay y tragando salmón más que la cuenta. Muchos trataron de hablar de literatura o acariciar su ego hablando de su obra. Realmente me dirigió una mirada de odio cuando traje a la conversación su disposición temática. Tenía sólo ojos y palabras sólo para una poetisa de tercera y un tercio de su edad. Uno podría suponer donde pasó aquella noche.
Espero que usted tome una porra y golpee a ese hombre entre sus lascivos ojos azul moteado.
Humildemente suyo,
Nadie el poeta


#


Querido Nadie,
Gracias por escribir. Mi primera reacción es "Ese no soy yo." Pero, ¿cuántas veces hemos mirado en el espejo ―especialmente a medida que envejecemos― y nos ha inundado una autoagnosia?
Podría poner excusas: Dionysia me había faltado nuevamente el respeto y yo deseaba venganza (pero eso es mezquino y yo no soy así). Usted o cualquier otro me parecieron sicofánticos (pero eso es egoísta, puesto que todos comenzamos en alguna parte). Mi única esperanza radica ―brota la esperanza― en un error de percepción:
1) No era a mí a quien vio, o
2) Usted me vio pero mi mente estaba en otra parte (si es que confiamos en su versión, no podemos sino decepcionarnos con cualquier escritor que afirma tener objetividad, ver todos los ángulos, mirar en los corazones de todos los personajes con ecuanimidad), o
3) Mi identidad fue mal traducida a través de un entrelazamiento cuántico ―tal vez la distancia entre una persona buena y una mala es un pequeño salto (un salto cuántico, si se quiere ―otra preocupación perenne).
Se dará cuenta que su punto de vista es irremediablemente idealista: la mayoría no haría más que parpadear después de recibir una patada en los dientes por alguien más grande que ellos. Por eso le agradezco. La gente debe tener más espejos y, utilizando sus sentidos, enfrentarse a sus propios estándares.
Dios te bendiga, querido poeta de la incorporeidad. Oremos para que las cortadoras hagan atroz a su muerte.
Anan

Versión de Saurio.
Original en The daily cabal.
Imagen a partir de una foto de Gladys Luque

Suponga - Trent Walters



Pelinegro de nacimiento, Anan Muss era un nadador que recorrió el mismo andarivel once meses al año durante una docena de años. El cloro de la pileta blanqueó su pelo. Después de la escuela secundaria, abandonó la natación. El pelo en la cabeza volvió a su color natural, mientras que las cejas le quedaron de un color rubio arenoso blanqueado. Sus compañeros de clase le preguntaban por qué se había teñido el pelo o si había recibido terapia génica para parecerse más a Aliento de Lagartija. Sus hermanos pensaban que sus cejas habían encanecido.


#


¿Era la imaginación de Anan o sus ojos ahora estaban cubiertos de escamas? Tal vez el creciente número de avistamientos de Aliento de Lagartija lo ponía nervioso. Lo que al principio parecía un simple incendio sin importancia ahora se veía más complicado y siniestro.


#


Anan Muss trotaba largas distancias, poco a poco. Lo hacía lenta y pesadamente, a través de distritos industriales tranquilos y despoblados, para calmar su mente. En caso de que aparecieran ladrones, Anan dejaba su billetera en casa, no dándoles razones para molestarlo. Una noche, después de tres años de correr por la misma ruta, Anan fue arrestado. La policía lo llevó por toda la ciudad hasta un funcionario que no creía que Anan era el sospechoso ya que este vestía ropa diferente y era de una especie ―si no filum― diferente. El amigo del sospechoso no reconoció a Anan (ni Anan reconoció al amigo). Sin embargo, dado que Anan no tenía su billetera, ergo, debía ser el archicriminal Aliento de Lagartija que exhala gas metano y le prende fuego con su encendedor de cigarrillos. Cuando las muestras de ADN fueron negativas, la policía dejó libre a Anan, con renuencia. Cuando Anan decía adiós, se encontró que habían dos fosas donde solían estar sus oídos. Dónde había visto por última vez sus orejas, quería saber la policía.


#


Anan descargó un periódico de las máquinas expendedoras en un café y, como todo el mundo perversamente fascinado por el elemento criminal, compró un encendedor de cigarrillos. Despreocupadamente, jugó con la piedra del encendedor. Se necesitaba más destreza de la que había supuesto. Abrió el periódico delante suyo en una de las mesas bajo el resplandor del sol. Las fechorías de Aliento de Lagartija eran omnipresentes y notorias. Edificios enteros se habían envuelto en llamas. Los expertos en perfiles criminales sospechaban del crimen organizado. Anan levantó la cabeza de los relatos periodísticos sobre Aliento de Lagartija para pensar por qué alguien haría una cosa así. Una mujer le dio una bofetada porque la miraba mucho. Eructó y su aliento se prendió fuego.

Versión de Saurio.
Original en The daily cabal.
Imagen a partir de una foto de Gladys Luque

Esta no es una canción de amor - Trent Walters




“El nuestro es
un amor que
sorbe la negra
leche de galaxias
en espiral”,
el poeta de CF Anan Muss le travenredó a su amante. En respuesta a sus quince segundos de fama, los críticos respondieron: "¿Qué escritorzuelo empalagoso y enfermo de amor no ha pensatwitteado algo por el estilo?"
La diferencia aquí es que el objeto de afecto de Anan no era otro que la encantadora Dionysia, recientemente liberada de un contrato matrimonial con el Rey Ceniza ―aquel que diezma reinos planetarios en forma remota con un golpecito de la uña-chip de su dedo meñique―. Como uno de los camaradas amantes de las artes de Dionysia, Anan, una vez tuvo el desagrado de reunirse con el Rey Ceniza, que descansaba obesamente sobre una montaña de almohadones de gran tamaño en medio de una cacofonía de incienso. El Rey Ceniza desdeñó a Anan del mismo modo que el hastiado de poder rey siempre lo hacía con todos los apenas disimulados amigos “amantes de las artes” de Dionysia que enmascaraban sus deseos con emisiones nocturnas.
A pesar de que los rumores decían lo contrario, Anan Muss nunca encontró intencionalmente una laguna legal en el contrato matrimonial. De hecho, siendo más bien anticuado en las transacciones sexuales, buscó la forma de emparchar el contrato de Dionysia. Sin embargo, cuando Dionysia descubrió el harén secreto de Ceniza en un hoyo debajo de la montaña de almohadones , el primer objetivo del rey no fue otro que Anan Muss. Un golpecito de su meñique real y las cortadoras atravesaron a toda velocidad el desierto rodante en autobicis, hojas arqueadas palmeándose los muslos poderosos.
Las luces de viaje le advirtieron a Annan de los intrusos, lo que le dio tiempo para codifitraducirse a Jac-sun V, un planeta con baja densidad de población y lleno de cerros sobresalientes, plantas rodadoras y arena ―un país donde pocas personas cuerdas elegirían quedarse. Anan le escribió Dionysia para que viniese a vivir con él en el páramo, un mundo donde su amor inflamado podría engullir los espacios vacíos. Después del tiempo suficiente para demostrar que ella y sólo ella tenía el control, Dionysia contestó, “Me estás jodiendo”, y eligió a un sicofante, el intrépido capitán Alondra, que le dio regalos extravagantes aunque empobrecedores, pero que tenía la constitución de alguien que valientemente había sobrevivido a la hambruna y ahora vivía para comer en USA Steak Buffets.
Hasta el día de hoy, Anan traduce copias de sí mismo de regreso al planeta natal ―con la vana esperanza de que ella pudiera encontrar el modo de amarlo ―sólo para ver a su copia ser cubeteada por la hoja de arco de una cortadora en vid-feeds piratas.
Anan se niega a escribir triste sonetos de amor de CF dado que al final la verdad y la justicia triunfan. A nadie le gusta echar a perder un final feliz.

Versión de Saurio.
Original en The daily cabal.
Imagen a partir de una foto de Gladys Luque