Mostrando las entradas con la etiqueta Carlos Feinstein. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta Carlos Feinstein. Mostrar todas las entradas

lunes, 29 de agosto de 2011

El profesor y la tarea - Carlos Feinstein


La voz del profesor resonó en el amplio salón.
Los mitos urbanos son colecciones de historias que trasmiten ciertos valores o bien moralejas que representan los deseos colectivos insatisfechos de las sociedades de los grandes y pequeños centros urbanos. En su mayoría son historias cuyos finales tienen niveles llamativos de crueldad, pero aún así, concebidos para satisfacer necesidades reales. Por ejemplo, aunque los fantasmas de las historias están confundidos, son torpes, desagradables y producen miedo, demuestran que existe la vida en el más allá, generando una prueba que actúa como un paliativo al miedo natural de cualquier ser consciente hacia la muerte. Seamos claros, los fantasmas no existen y por lo tanto no hacen autostop en la carreteras, Gardel no canta cada vez mejor, está tan muerto como Elvis, no hay cocodrilos en los desagües, Walt Disney no está congelado, los ruidos al pasar un disco al revés no son mensajes satánicos. Así que la tarea para este semestre en el estudio de estos mitos con especial énfasis en…..
Disculpe profesor por interrumpirlo, pero tiene que comprender que es el único mito urbano es usted. Ya está muerto y soy el único alumno en el salón, ya que nadie más vendría de madrugada a este horrible lugar.
No se haga el estúpido, la gente no ve fantasmas, porque no existen. Es muy fácil demostrar el error en su razonamiento: su percepción de mi persona implica claramente que yo estoy vivo.
Razonamiento equivocado, profe; yo también estoy muerto. —Y procedí a desaparecer usando el viejo truco de la nube de chispas y mucho humo.

martes, 26 de julio de 2011

La diversión de la Guerra – Carlos Feinstein


Estaba muy lastimado, la pierna derecha terminaba en un muñón sangrante cortada en trozos antes de la rodilla, me faltaba un brazo y posiblemente tenía el pecho hundido y todas las costillas rotas, no estaba seguro si conservaba la mandíbula, pero la sonrisa era evidente.
Para evitar el sufrimiento me disparé una bala expansiva en la sien. Ya muerto recogí la placa id. Era un serie 28, una versión mía a la cual el destino le había sonreído. Más de 30 pulpos yacían muertos o completamente despedazados, muchos de ellos mostraban signos de agonías brutales. Los pulpos, como llamamos a los invasores extraterrestres no podían haberse imaginado que la forma de guerra mas barata para los humanos fue la de clonar a los peores sicópatas y mandarlos de a cientos en oleadas una y otra vez. Y yo era la máxima expresión del guerrero clonado. Un asesino serial que disfruta de matar y morir. Hoy estaba invitado a una verdadera fiesta, no había razón por la cual esperar y perder la diversión.

viernes, 22 de julio de 2011

El hombre la bolsa - Carlos Feinstein


La primera vez lo oí de otros chicos, mi tío Alberto lo confirmó, y mi primo intentó asustarme con el cuento. El hombre de la bolsa viene y se lleva para devorar a los chicos malos y tontos. La historia se repitió hasta el hartazgo en mi torturada mente.
Volvía de la escuela un día lluvioso de invierno, caminaba despacio aunque debía apurarme, no quedaba ya mucha luz. El viejo, asqueroso se me acercó por detrás, llevaba una bolsa de arpillera inmunda. Cuando puso una mano en mi hombro, le cercené con mi navaja el tendón de una pierna y cuando se arrodilló de dolor le corté la yugular. Dando el movimiento correcto para que no me salpique una sola gota de sangre.
Fascinado disfruté ver como moría entre llantos y estertores. Tenía once años, y no sólo había matado a un hombre, yo era el nuevo miedo, el que asolaría la ciudad por los próximos cuarenta años, el asesino serial de la navaja.

Sobre el autor: Carlos Feinstein

sábado, 2 de julio de 2011

Trabajo nocturno - Carlos Feinstein



Mientras camino por la zona de los talleres, llego a los jardines de la casa principal, ahí la encuentro vestida de blanco, asustada, la abrazo y le pido que me acompañe. Damos varias rondas a todo el complejo mientras ella me cuenta de su vida, de sus padres, de sus amigos, de la nueva ropa que quiere comprarse al tiempo que su humor mejora y ríe con una sonrisa hermosa que me llega al alma. Yo no hablo, sólo la acompaño con mi silencio.
Llegamos muy pasada la medianoche al viejo roble donde nacen los besos y las caricias. Como todas las madrugadas vuelvo solo a la oficina principal.
Ahí me espera el jefe, que recién llegado comienza su trabajo diario.
–¿Otra noche tranquila? No se que haría sin ti, nadie quiere la guardia nocturna, el mito de la mujer de blanco los tiene a todos asustados. No entiendo como pueden creer en esas tonteras, la hija del patrón estaba más loca que una cabra. Hallarla colgada en el roble fue terrible para el viejo.
–No hay problema, jefe –contesto con mi parquedad habitual.
–Que bueno que no le tengas miedo a los fantasmas.
–Todos seremos fantasmas, sólo es cuestión de tiempo –le contesto mientras me voy para casa, extrañando la noche, los besos y su hermosa sonrisa.

martes, 13 de julio de 2010

Confesiones de un experto - Carlos Feinstein


Los dragones existen, pero no son los lagartos de los cuentos, inventados para asustar a los niños pequeños. Las narraciones y leyendas sobre dinosaurios alados son falsas. Todas esas historias están diseñadas para engañarnos. En la confusión perdemos de vista la realidad y no comprendemos la verdad oculta.
Ellos tienen forma humana y viven entre nosotros.
Lo que también es cierto, es que pueden escupir peligrosas llamas a voluntad y cuando se enfurecen son muy peligrosos.

Pero hay algo más, su secreto mejor guardado: no existen los machos es una especie sólo de hembras. Para continuar la descendencia se reproducen con varones humanos.
Yo lo se, mi esposa es una de ellas, y con el tiempo se ha descuidado. La he visto prender el horno con un suspiro; secar la ropa con un suave aliento; ver en la oscuridad con ojos rojos color de infierno.

Nuestras hijas aún son pequeñas, me pregunto cuando empezarán a notarse las diferencias.

miércoles, 23 de junio de 2010

Una de mis mascotas – Carlos Feinstein


Todas las mañanas vuela hasta mi jardín, y se acuesta al sol. La primera vez me aterré, pero poco a poco fui acostumbrándome a la circunstancias. ¿Que come un dragón? Las leyendas de los libros de caballería dan información muy confusa. El mío, bueno, el que habita entre mis plantas, come frutas en especial manzanas y bananas, no me parece que se comería un caballero flambé, bien cocido dentro de su armadura.
A través de los días me fui acercando a él y nunca se mostró muy agresivo. Le encanta que le acaricien la panza, y como un perro se acuesta en el piso, esperando por más mimos. En las tardes suele dormir una larga siesta con la cabeza apoyada en mis pies. De noche, vuela durante largas horas cobijado por la oscuridad, a veces regresa para la madrugada y duerme en una habitación que preparé con colchones y mantas. Para el asado, prende el fuego de un sólo soplido, le gusta la carne, pero lo que más disfruta es roer los huesos.
Estoy viejo y mis sobrinos me han hecho encerrar en un hospital psiquiátrico. Declarado esquizofrénico, ellos se quedaron con todos mis bienes. Aunque en la sala no nos permiten ver las noticias, pude ver la gigantesca nube de humo que se originaba en mi barrio, un día antes de que mi informen el extraño incendio de mi casa y la espantosa muerte de mis parientes. Por supuesto, no es buena idea siendo paciente de este loquero contar la verdadera historia.

martes, 15 de junio de 2010

Buenos Días - Carlos Feinstein


Me levanté temprano, como todos los días. Me preparé un buen desayuno y aunque ya no tengo trabajo igual debo salir por comida. Caminé unas cuadras y no pude ignorar el deterioro de las calles, veredas y casas. Era notable como se había venido abajo este barrio, que conoció épocas mucho mejores. La falta de cuidado era un hecho concreto, pero como estaban las cosas buscar culpables no tenía sentido.
En el supermercado me llevé unas cuantas latas, mirando con cuidado que ninguna estuviese golpeada, hinchada, o con signos de que su contenido pudiera estar en mal estado. Conseguí alguna ropa de mi talla, no era la que me gustaba pero a quien le iba a importar.
De salida, con torpeza choqué el carro contra el escritorio de la cajera. Su cráneo, ya descarnado por el paso del tiempo cayó al suelo y me miró con una sonrisa comprensiva. Con respeto lo acomodé entre sus restos. No todos llegaron a sus casas para morir, sólo los más afortunados.
Tomándome mi tiempo llegué a mi hogar, dejé las latas en la alacena y fui a poner unas flores en las tumbas donde yacen mi esposa, mis hijos y mi perro. La soledad absoluta es algo complicado, pero lo he superado, lentamente lo que se ha vuelto insoportable en todos estos largos años es el total y absoluto aburrimiento.

domingo, 27 de diciembre de 2009

El perro - Carlos Feinstein



Tiene cuatro patas, dos orejas, una nariz, una cola. Si tiene forma de perro y ladra como perro, entonces es un perro. Es mi mascota, la encontré entre los restos de un supermercado, escondida en un recoveco entre los techos derrumbados. Es buena compañía cuando no hay muchos humanos vivos, y además tiene buen olfato, útil a la hora de desenterrar comida. Aunque hayan pasado 20 años, las latas son buena cosa, todavía sirven. Enterradas por los shocks nucleares, la radiación las esterilizó.
Veo con preocupación que los dientes del perro siguen creciendo, sus colmillos tienen el largo de un diente de sable, aumenta de tamaño y también de ferocidad.
Se le ha caído el pelo y unas escamas con agujas blindan su piel, su cola fue reemplazada por unos feos estiletes afilados.
La comida cada día, es más difícil de encontrar.
Creo que mis días están contados.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Ipod - Carlos Feinstein



Dedicado a Michael Hedges

Mi ipod es algo grandioso, quizás en él se defina mi vida, llevo toda la música que me agrada, las películas que deseo ver y textos que me gusta leer. Un pedacito de mi alma, de mis preferencias, de mis sentimientos está incrustado en ese artefacto.
Me limpio el polvo de mi cara y lo prendo, es bueno que funcione, a veces me torturo con la idea que cuando trate de encender uno de estos sistemas electrónicos, este haya muerto y no sirva. Cuando prende, la ansiedad pasa y me tranquilizo. Mi psiquis es algo inestable, yo siempre percibo que las demás personas no son como yo ¿Pero eso importa ahora?
Hago un hueco con dificultad entre los escombros y me acomodo a escuchar mi ipod, mi música, lo que soy. Cierro los ojos y medito, recorro mi vida, pienso en mis amigos y en ella. Trato de serenarme y hago mi ejercicios de respiración, logro estabilizarme en algún tipo de equilibrio. La melodía me ayuda. Dejo pasar el tiempo. Aunque se que es mediodía, el sol reaparece lentamente en un nuevo amanecer, me siento mejor, casi feliz.
Cuando veo que la batería marca en rojo, me despido mi música y descubro con frialdad las marcas del deterioro de mi piel por la radiación. Logro vislumbrar entre las nubes de polvo un horizonte cortado por lo que fueron explosiones nucleares y con la poca carga restante en la batería escucho a Michael Hedges por última vez y me preparo a morir.

domingo, 16 de agosto de 2009

Reunión de negocios - Carlos Feinstein


—Pasen por acá por favor, Mi nombre es Dr. Epstein, soy el representante legal y técnico de las empresas Transworld Transtime Internacional, más conocidas como corporación TTI.
El señor Garrido y su abogado Hernández se acomodaron pesadamente en los mullidos asientos de cuero. Ambos eran hombres corpulentos, canosos, con exceso de peso y llevaban trajes que los hacían ver apretados.
—¿En que puedo servirlos? Aunque creo que lo sospecho –dijo Epstein con tono calmado que cortaba como un cuchillo la tensión que llenaba la sala.
–No se lo imagina, no puede comprender el daño que ustedes están haciendo, además es ilegal. No pueden trasmitir los partidos de fútbol, no tienen los derechos, hemos invertido una fortuna y son nuestros. Iremos a juicio tanto civil como penal. Ustedes van a pagar por lo que han hecho.
—Señor Garrido, los derechos de los partidos que usted posee son para televisar los juegos en directo, en tiempo real. Nosotros los trasmitimos por adelantado. Exactamente 3 horas antes de que los hechos sucedan. Tal como le explicará su abogado no violamos su contrato de exclusividad. No hay simultaneidad entre ambos eventos.
—Espere, interrumpió Hernández, ustedes toman y emiten una señal que tiene derechos de autor y que no les fue licenciada. Ahí tienen un problema, haremos que los dueños de los derechos originales los demanden.
—Abogado, calma por favor. Nosotros tomamos la señal del propio destino final, concretamente del único camino en el que evoluciona el universo. Este es de dominio público, no tiene dueño y tenemos la patente por el procedimiento de determinación variacional masivo cuántico para lograrlo. Ninguna de nuestras cámaras está a menos de 300 kilómetros de los estadios y estos instrumentos ni siquiera apuntan a ninguno de esos lugares. Pero si quieren jugar rudo lo haremos, si los directivos del fútbol nos demandan, publicaremos todos los resultados de todos los juegos de todas las divisiones que van a producirse en los próximos 20 años. Imagine conocer quien es el ganador de cada campeonato. Ya ninguna competencia tendría sentido y se quedarían sin audiencia. Como una prueba de nuestra capacidad y poder enviamos hoy temprano un sobre confidencial al director de la Asociación de Nacional de Fútbol con todos los resultados de la próxima semana para todos los partidos de los equipos profesionales del planeta ¿No les resultó raro que no viniera a esta reunión? El hombre tiene en este momento mucho para meditar y más para perder.
—Pero por qué no juegan a la lotería, a juegos de azar permitidos, hagan otra cosa, compren acciones en la bolsa ¿Por qué nos joden a nosotros?
—Señor Garrido, las TTI son empresas que llevan la ética profesional a su máximo nivel, con lo recaudado de los juegos de azar, muchos gobiernos, no sólo el nuestro, realizan obras de beneficencia, construyen hospitales y se invierten recursos en educación. No tocaríamos jamás ese dinero. Con respecto a las inversiones bursátiles, es ilegal comprar acciones en la bolsa contando con información privilegiada, su abogado puede confirmarle el funcionamiento de la legislación vigente. Le voy a pedir que se tranquilice y respire profundo, porque tengo algo muy importante que decirle. No sólo vemos los partidos de fútbol por adelantado, ya conocemos el resultado de esta reunión y de los procedimientos judiciales que proseguirán. Una y otra vez, nosotros ganamos.

domingo, 19 de julio de 2009

Reunión de cancilleres - Carlos Feinstein


La vi desde la mesa, a través del largo pasillo vidriado. Desde mi posición puede percatarme de los tentáculos rosados que se movían al costado de sus brazos. Mientras caminaba se enroscaron y desaparecieron. Nada era lo que aparentaba.
Los externos eran completamente asquerosos y deformes pero mientras la embajadora se acercaba se la veía hermosa, perfecta, caminaba con aire felino y sus curvas eran pronunciadas, quizás exageradas. Cuando se acercó estiró su mano, pero yo se la rechacé. La idea de tocarla simplemente me resulta repulsiva.
Llenó el aire de feromonas con el fin de descolocarme, provocarme incomodidad sexual o incluso quizás con la idea que me derretiría ante sus encantos. Mis ropas, una formidable construcción de nanomáquinas, las neutralizaron. Ese no sería el único ardid, probablemente ni siquiera era una mujer o tuviera un género. La criaron para ser una trampa sexual perfecta. Una construcción diseñada sólo pensando en mí, en esta reunión. Debía tener cuidado, estos degenerados odian a los naturales como yo. Nos borrarían de la faz del universo si les demos la mínima oportunidad.
Las primeras modificaciones resultaron de la ingravidez en el espacio exterior, pero luego se pervirtieron con el abuso de los experimentos genéticos, convirtiéndose en las bestias que son. Los humanos reales nos encontramos con ellos en la mitad de la nada con el fin de parlamentar y realizar intercambios económicos para mutuo beneficio. La reunión estuvo en el marco de lo programado con anterioridad y conseguí las metas que me habían asignado. Ella se retiró algo molesta, todos sus trucos para doblegarme fracasaron. He escrito mi informe y me dirijo a los tanques de criogenia, es el precio que debo pagar por tratar con la degeneración, mi presencia no puede contaminar a mis congéneres. Seré descongelado para la próxima conferencia de embajadores.
Mi sacrificio se justifica; en la Tierra tenemos la civilización perfecta y bajo ningún punto de vista podemos dejar que los externos nos contaminen. Como antes, cuando teníamos que convivir con los chinos, negros, judíos y otras inmundicias que ya eliminamos.

miércoles, 10 de septiembre de 2008

La botella - Carlos Feinstein


Estamos todos en la botella. Por supuesto, llamamos así a este lugar los que sabemos lo que una botella es. Otros lo llaman el frasco, the bottle, la bouteille y vaya saber con que nombres más. Algunos, quizás más jóvenes, le pusieron apodos que no entiendo o que no puedo pronunciar. Muchos ni siquiera saben lo que es una botella.
Pero como ya lo dije, estamos todos, bueno no todos, sólo los que hemos muerto. La botella no es el infierno, no hay llamaradas, ni castigos, torturas, nada. Tampoco es el paraíso, no hay recompensas, ni placer, ni belleza, nada. Es sólo la botella.
No nos vemos entre nosotros, cuando pasamos cerca nos hablamos, pero no hay sonidos, sólo nuestros pensamientos. Ni siquiera  nos movemos a voluntad, pequeñas corrientes nos arrastran, nos encuentran y nos separan. No sabemos que las producen o como se forman. Algunos creen que flotamos al igual que medusas en el éter, el verdadero éter que forma el universo. A veces tenemos suerte y nos topamos con almas que hablan nuestro idioma, pero es raro, la botella ha coleccionado durante miles de años demasiados esencias humanas y por lo tanto hay muchos, quizás demasiados lenguajes. En esos instantes nos preguntamos sobre nuestros orígenes, y buscamos con desesperación compartir un recuerdo común aunque sea por un instante, un momento, que nos aferre a lo que fue nuestra humanidad. Pero esos contactos son raros, improbables, ya que somos muchos.
Ciegos, sin voluntad, vivimos una existencia aburrida, tediosa, sólo interrumpida por un miedo profundo, porque resulta claro. La botella sólo puede tener una justificación, la misma que tiene un frasco de conservas, esperar que su contenido madure para el banquete final.

sábado, 6 de septiembre de 2008

Suicidio perfecto - Carlos Feinstein


Su mente se fue hilvanando poco a poco y el dolor llegaba en oleadas, cada una más terrible y espantosa que la precedente. Intentó abrir los ojos y se encontró ciego.
Pero eso ya lo sabía. Todo estaba bien planeado. En segundos comenzaron a funcionar los implantes. Ambas cámaras incrustadas en sus hombros y atornilladas en las clavículas, le dieron un panorama de la habitación. Los GPS y los cronoposicionadores le indicaron que estaba en el lugar y en el momento correctos. El dolor era espantoso, y los sistemas automáticos le inyectaron una dosis de morfina como para matar un caballo, pero no importaba, todo su ADN se había destruido en el viaje temporal. Más allá de los treinta minutos, una muerte horrible lo esperaba.
No tenía tiempo, buscó y los ojos artificiales vieron al bebe asustado que lloraba en su cuna. Disparó el arma y los proyectiles rellenos de explosivos hicieron su trabajo.
Habiendo asesinado su pasado, el yo futuro estalló en un tornado de 
chispas. Pero no fue el único lastimado. El universo entero estaba herido en su constitución más básica. Y la lucha por la supervivencia comenzó a una escala nunca vista. Constantes fundamentales, fueron modificadas con el fin de erradicar la paradoja. Decenas de supernovas estallaron por día siguiendo las nuevas leyes físicas, destruyendo incontables civilizaciones y planetas con vida. En su carrera por sobrevivir, el universo se expandió tratando de evitar el daño secundario de sus acciones, creando grandes cantidades de energía oscura. La necesidad de compensar los efectos causales, lo obligó a llenar las zonas vacías con materia oscura en gigantescas proporciones. No pudiendo detener lo que se había iniciado, el universo se desintegró como una nube de niebla cada vez más tenue. 
Se dice que esta última etapa no fue inmediata y que las pobres civilizaciones inmersas en este cosmos especularon durante generaciones con los datos de estos fenómenos, sin comprender el grave peligro en que se encontraban. Nunca llegaron al conocimiento de que se alojaban en los últimos estertores de un dios agónico.