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jueves, 24 de marzo de 2011

La gotera - Martin Rabaglia


Nadie la vio. Una pequeña gotera en el túnel de subte comenzó a escupir agua. Lenta y sigilosamente, litros y litros de agua comenzaron a dominar el subte, primero algún 
pequeño charco, luego algunos metros, después el túnel y por último la estación.
Ni los pasajeros ni los empleados de la empresa encargada del subte se dieron cuenta a tiempo de lo que estaba ocurriendo. Simplemente, cada vez que el subte llegaba a la 
mojada estación... algunos se ponían sus botas, otros sus paraguas y algunos sus impermeables... Ya en las últimas épocas, la gente vestía equipos snorkels muy caros lo que hacía que poca gente tuviera la gracia de poder transitar por la estación. Pero no era problema... algunos se bajan una estación antes o una estación después... pero NUNCA se cerró esta estación... Al día de hoy... miles y miles de usuarios pasan por ella... pero nadie se dio cuenta de esta pequeña inundación.
Desde hace ya 20 años que esta estación se encuentra bajo el agua y que nadie, absolutamente nadie... puede acceder a ella. Quizás Si alguien la hubiera visto a tiempo... podría haber evitado semejante catástrofe.
Pero obviamente, todos ellos se encontraban demasiado ocupados en sus agendas o en su cansancio para reparar en las pequeñas cosas... que pueden llegar a distorsionar 
completamente... cualquier pequeño evento tan… normal.

Tomado de Cuentos cortos para gentes normales

jueves, 10 de marzo de 2011

El libro - Martin Rabaglia


Cierta noche, cuando el escritor llegó cansado de un día repleto de nuevos apuntes para su próxima obra, una llamada telefónica le anunció que debía terminar rápidamente la obra, si no, no la publicarían.Luego se cortar y tirar el teléfono sobre la cama, se encontró con una sorpresa en su mesita de luz: Una de las novelas que por la noche leía, había crecido de volumen.Sorprendido, se acercó tirando su bolso sobre el escritorio mezclando los nuevos borradores con aquellos que se apilaban allí. Tomó el libro entre sus manos y lo abrió. Se dio cuenta de que se habían agregado más de 20 capítulos nuevos y la tipogorafía había crecido de tamaño.Sin darle mucha importancia, dejó el libro en su lugar y se recostó para dormir hasta el próximo día.Durante la noche, se levanto aturdido por alguna pesadilla, camino al baño, bajó la tapa del inodoro y se miró al espejo. Pero no observaba su rostro, sino que allí estaban pegadas las hojas de la novela, del aquel libro que ahora habían crecido a un más, a un tamaño impensado.Se acercó a tomar una, la quitó, pero abajo había más... Asustado, corrió a la cocina, tomó los fósforos pensando que lo mejor sería quemarlo con todo lo que haya alredor. Tomó todas las hojas, el libro que ahora pesaba varios kilos y los depositó en la ducha, allí tiró el primer fosforo... el segundo, el tercero. Sin darse cuenta, también habría arrojado al fuego todos loso borradores del su propia obra, pero ya no interesaba nada, nada de nada, solamente el fuego que acabara con su maldición. Cuando la última hoja se apagó, observó que en el espejo había quedado una hoja, un pequeño trozo de papel... Lo tomó entre sus manos y allí leyó claramente las tres letras "FIN". El papel fue desvaneciendose con las primeros rayos del sol quien sabiamente iluminó con mas fuerza la mesita de luz. Observó que en su escritorio ya no estaban más los borradores, pero en la mesita de luz había algo nuevo: su libro estaba terminado.