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lunes, 3 de noviembre de 2008

Sensaciones - Daniel Santos


Las ramas secas crujían ante su paso firme y confiado. Aunque se encontraba paseando por el último reducto de la selva virgen en la Tierra, no tenía miedo, ya que sabía que nada malo podía sucederle. Sentir el viento azotando su cara o escuchar el sonido de los pájaros eran experiencias únicas que trataba de disfrutar siempre que tenía ocasión. Pero esta vez algo era diferente. Desde que entró, no pudo desprenderse de una extraña sensación que le hacía preguntarse si lo que estaba sintiendo era realmente lo que debería estar sintiendo.
Una orden mental bastó para finalizar con la simulación. En un momento, los árboles centenarios dieron paso a un lujoso apartamento en el centro de una gran megápolis. Su mujer lo esperaba, como siempre, sentada frente a la holotelevisión.
— ¿Te has divertido, cariño?
—No mucho. No he podido evitar sentirme extraño. ¿Alguna vez te has preguntado como sería visitar realmente el Amazonas?
— ¡Que tontería! ¿Quién querría hacer ese horrible viaje teniendo un simulador en su casa? ¿Es que no has oído hablar de los mosquitos?

miércoles, 29 de octubre de 2008

Desde el infierno - Daniel Santos


Sus habitantes, los más desdichados de la creación, estaban a merced de las modas. Tan pronto sufrían una intensa tortura rodeados de intensas llamaradas como se encontraban flotando en un espacio infinito sin otra cosa que hacer que recuperarse de la agonía padecida.
Los demonios aprovechaban sus épocas de existencia para ensañarse con sus huéspedes, o al menos, eso ocurría en los viejos tiempos. Últimamente, agobiados por la enorme cantidad de pecadores que ingresaban al año, apenas podían castigar levemente a todos. Así que debían ser elegir muy bien a quien se dedicaban. Dios, preocupado de que éste hecho aumentara todavía más el número de clientes del averno, bajó desde el Cielo para pedir explicaciones.
—Quisiera saber cuán ciertos son los rumores que dicen que los pecadores no están siendo debidamente castigados.
—No conceda demasiado crédito a los rumores, señor. Lo tenemos todo controlado. Ya que nos es imposible castigar a todos lo que vienen, los agrupamos según sus pecados y a los más graves les damos preferencia. A ver… Tenemos ladrones, violadores, asesinos, pederastas,…
—No se olvide de los ateos.
—No se preocupe, señor. Esos siempre van los primeros.