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domingo, 23 de junio de 2013

Excesivos ladrones - Ana María Shua


Robaron el equipo de audio y los candelabros y la comida de la heladera y los ceniceros de cristal de Murano y el televisor y hasta los equipos de aire acondicionado y robaron también la heladera misma y la mesita del televisor y el resto de los muebles y los dólares guardados en la caja fuerte empotrada en la pared del dormitorio y después robaron la caja fuerte y también la pared del dormitorio y después robaron el resto de las paredes y los cimientos que la sostenían y el techo que en ellas se sustentaba y las cañerías de bronce que las atravesaban y después robaron los árboles y flores del jardín y después el jardín mismo y el terreno sobre el cual había estado construida la casa y robaron el basamento de granito y varias capas geológicas incluyendo una durísima, de basalto puro, y las napas de agua que en ellas había y siguieron robando y robando hasta provocar la irrupción de la lava en una explosión volcánica que ocultó por completo las pruebas de sus fechorías, los terrenos circundantes, el pueblo entero y buena parte del partido del conurbano en el que se produjera el hecho delictivo y varias zonas de los partidos aledaños y, merecidamente, a ellos mismos, por chapuceros, improvisados y sobre todo exageradísimos ladrones.

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martes, 11 de junio de 2013

Robert Houdin - Ana María Shua



Si su discípulo Houdini fue sobre todo un atleta, la clave de los trucos de Robert Houdin fue su profesión de relojero. Sin embargo, lo más importante para los dos, como para todos los ilusionistas, fue la comprensión psicológica de la ilusión, su aguda percepción de los huecos por donde atravesar el engaño.

Uno de los trucos de Houdin consistía en mostrar una liviana caja de acero, que hasta un niño podía levantar, y pedirle después a los hombres más fuertes del público que intentaran moverla, mientras la mantenía adosada al suelo con un enorme imán. El truco fue muy exitoso mientras Houdin afirmó que su poder mágico consistía en aumentar el peso de la caja. Pero pronto descubrió que la gente se impresionaba mucho más si afirmaba ser capaz de extraer la fuerza de un hombre, debilitándolo de tal modo que ya no pudiera mover el artilugio. Como ciertos autores que, en lugar de reconocer el peso específico de su novela, culpan a la debilidad del lector. Este truco se puede realizar sin utilizar imanes, pero es necesario contar con el férreo sostén de la crítica.

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