domingo, 1 de diciembre de 2013

La última conquista de la Xiuhcóatl - Jesús Ademir Morales Rojas


Antes de organizar su expedición en busca de Aztlán, Moctezuma tuvo un sueño en el que enviaba a Tlacaélel a apoyar con hordas de guerreros al gran dios Huitzilopochtli, en su lucha por conquistar la morada de Coyolxauhqui .
Y así, los Caballeros Águila y los Caballeros Tigre entraron en la colosal estatua del dios a través de sus fauces monstruosas. Poco después, Tlacaélel ordenó a los chamanes que despertaran a las tonas de los guerreros haciéndoles aspirar el copal sagrado.
Ellos comenzaron a estremecerse febriles, pero sin soltar sus rodelas y espadas de obsidiana. Pronto la Xiuhcóatl cruzaba el firmamento y arribaba a la morada de Coyolxauhqui, la dueña de las noches.
Tlacaélel y sus mexicas llegaron a ese mundo frío y lleno de polvo, justo en el momento en el que el gran dios Huiztilopochtli iba a ser sacrificado por los Cuatrocientos Surianos y su hermana, Coyolhauxqui, la señora de la Luna.
Cuando el dios colibrí estaba a punto de ser devorado por el pavoroso Tochtli, Tlacaélel dio la orden y los mexicas comenzaron la batalla. Pronto los hombres luminosos fueron abatidos por la ferocidad de esos guerreros llegados del Anáhuac, el cual brillaba azul en el firmamento.
Cuando Coyolhauxqui quiso escapar en el gigantesco Tochtli, Huitzilopochtli arrojó su serpiente de fuego sobre la bestia. Tanto la diosa como el inmenso conejo estallaron en llamas y se hundieron en aquel terreno gris metálico.
Tlacaélel y los mexicas vencedores se postraron ante el dios colibrí, el cual les auguró dicha y gloria, aunque solo de manera efímera. Los aztecas retornaron al Anáhuac en las fauces de la Xiuhcóatl y Huitzilopochtli a los divinos ámbitos del Sol, más allá de los jardines eternos del Tlalocan.
En la luna, tras esta batalla, se formó un cráter con la forma de un conejo inmenso (al descomponerse los cuerpos de los vencidos), mismo que Moctezuma contemplaba- entre escalofríos y presentimientos- sobre la Pirámide del Sol, en cada peregrinaje que hacía a la vacía Ciudad de los Dioses, Teotihuacan.

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