En los malos momentos, en las malas rachas, la tristeza se agazapa cuando la noche convierte sus lágrimas en estrellas. Los compañeros de navegación advierten algunas melancolías aunque no todos sienten cierta picadura de malestar al ir alejándose del viejo hogar, del antiguo planeta que ya no puede darles cobijo.
Cuando abordan la nave que los llevará a un hogar provisorio, pocas mujeres no lloran y los niños aferrados a sus faldas, sin entender demasiado, presienten que la esperanza puede ser una mentira más.
El camino que la confederación intergaláctica les ofrece parece dormitar a su paso. Ninguno de los responsables se engaña, en cualquier momento puede aparecer un escollo inesperado, o una tormenta agazapada que les alcance. Las voces silenciosas son como un salmo al Cielo piadoso para que culmine y los viajeros gocen de un nuevo orden.
Desafíos y choques se enfrentaron cuando la devastación los envolvió sofocándolos de vértigo, metáfora del horror inigualable de la guerra.
¿Regresarán alguna vez a la espera, unirán las voces en busca de sus sueños? irán suplicando aliento en los corazones ardientes por el vértigo de la justicia, por la paz, por la compasión, por la libertad.
Nadie sabe que hay tras un siglo de oscuridad. El viaje sigue su curso al destino ya cercano, ya están a punto de saltar como cazadores furtivos y desesperados, preparados para el descenso designado en una zona deshabitada en el planeta de los drogs, no saben cómo serán recibidos …
Acerca de la autora: Ada Inés Lerner
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