viernes, 9 de agosto de 2013

Él, ella y el oso de peluche - Francisco Garzón Céspedes


Ella aparece al anochecer con un oso. El oso tiene cara de buen animal. Es un oso rosa y gris. Un regalo para él, que se queda perplejo. Un oso de peluche. Un oso para niños muy pequeños, y él es un hombre, casi un adolescente todavía, pero un hombre. Ella es mayor que él unos cuantos años, y está llegando a esa habitación del hotel, una de las dos que ha alquilado en aquella ciudad de provincias. Ella es profesora. No profesora de él. El hotel, donde no hacen preguntas, es mezquino. Y los dueños se aprovechan de lo que intuyen. En las habitaciones que les alquilan ni siquiera hay sábanas, fundas, toallas. La que le ha tocado a él da hacia la calle y, por no tener, tampoco tiene bombillas. Él deposita el oso sobre la mesilla de noche mirando hacia la cama. “Para que aprenda algo.”, dice.


De Los cuadernos de las gaviotas 17: 50 formas literarias


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