—Es el amanecer de tercer día —dijo el periodista, micrófono en mano y
mirando la cámara—. La algarabía, el fervor, han dejado paso a una tensa
calma. —A sus espaldas podía verse una... cancha de fútbol parcialmente
pintada con rojo y blanco—. La nave aún sigue allí. —Y levantó una mano
señalando algo en lo alto. La cámara siguió el movimiento del brazo y
enfocó un extraño artefacto, suspendido sobre el estadio, a poca
altura—. Los rumores son innumerables, pero ya se descartó que fuese de
alguna potencia extranjera. —Bajó el brazo y volvió a mirar la cámara,
que enfocó su cara en un excedido primer plano—. Por lo que sólo nos
queda la posibilidad de que la nave sea extraterrestre. Y aquí viene la
pregunta del millón: ¿Por qué justo sobre el estadio de Argentinos
Juniors? No creemos que…
La imagen del periodista osciló, se oscureció y se perdió entre esos puntos saltarines, clásicos de la falta de señal. Dejaron de funcionar los televisores del mundo.
Por poco tiempo.
Un hombre, extremadamente flaco, sonrió, y la humanidad supo que los televisores volvían a transmitir. El extraño mostró dientes perfectos. Aunque el periodista anterior también los había mostrado. Sin dejar de sonreír, el hombre carraspeó antes de dirigirse a cámara:
—Hemos decidido —dijo con voz perfectamente modulada— intervenir en el futuro de esta civilización. En nuestra intersecación del espacio-tiempo descubrimos un futuro de extinción no solo del mamífero superior, sino de toda forma de vida.
»Nuestra interposición será breve y concisa. Para ello deberá presentarse el señor Diego Armando Maradona y todos aquellos seres con los que tuvo trato directo. Repito: TODOS con los que tuvo trato directo.
»Luego de su exterminio, desapareceremos para siempre de vuestras vidas.
Cada habitante de la Tierra escuchó la transmisión en su lengua materna. La comunicación fue cortada y la programación volvió a normalizarse.
La imagen del periodista osciló, se oscureció y se perdió entre esos puntos saltarines, clásicos de la falta de señal. Dejaron de funcionar los televisores del mundo.
Por poco tiempo.
Un hombre, extremadamente flaco, sonrió, y la humanidad supo que los televisores volvían a transmitir. El extraño mostró dientes perfectos. Aunque el periodista anterior también los había mostrado. Sin dejar de sonreír, el hombre carraspeó antes de dirigirse a cámara:
—Hemos decidido —dijo con voz perfectamente modulada— intervenir en el futuro de esta civilización. En nuestra intersecación del espacio-tiempo descubrimos un futuro de extinción no solo del mamífero superior, sino de toda forma de vida.
»Nuestra interposición será breve y concisa. Para ello deberá presentarse el señor Diego Armando Maradona y todos aquellos seres con los que tuvo trato directo. Repito: TODOS con los que tuvo trato directo.
»Luego de su exterminio, desapareceremos para siempre de vuestras vidas.
Cada habitante de la Tierra escuchó la transmisión en su lengua materna. La comunicación fue cortada y la programación volvió a normalizarse.
Acerca del autor: Ricardo Giorno
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