lunes, 17 de diciembre de 2012

Una acromántula ante las comisiones evaluadoras – Francisco Garzón Céspedes


La acromántula perdió uno de sus ocho ojos en la lucha por devorar al mago. Sus posteriores intentos de ser declarada tuerta y obtener un subsidio de minusvalía fueron infructuosos. Los miembros de la Comisión Médica le explicaron que otra cosa hubiera sido de perder cinco ojos; una de sus patas de cuatro metros; una de sus pinzas, o, incluso, el chasquido que las de su especie producen por enfado; o, sobre todo, si hubiera perdido su secreción venenosa tan preciada. Por otra parte la Comisión de Reconocimientos se negó a acreditarle la hazaña de devorar al mago porque en sus excrementos, en las acromántulas defecaciones, no se encontraron rastros humanos. De tal modo la acromántula degustó al mago. Lo digirió. Lo asimiló. Proceso todo tan absoluto que le resultó perjudicial. No hubo manera de que se autorizaran análisis científicos más exhaustivos. “Por costosos.” Concluyó la Comisión de Reconocimientos. Y su portavoz señaló: “Si bien mucho hemos avanzado las arañas, sin discusión más que los humanos, nos queda un buen trecho por recorrer.” Y en ese instante veinticuatro ojos se clavaron en los siete invictos de la acromántula.

De Cuentos de fantásticas criaturas
Sobre el autor: Francisco Garzón Céspedes

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