domingo, 30 de septiembre de 2012

La mujer coleccionista de huesos - Lucrecia Milanesio


Su oficio era reparar todo lo que la batalla de la vida partía o magullaba.
Llegaba después que todo el mundo se había ido, muchos la confundían con un espectro, con la visión de que con ella venía la muerte.
La mujer no se inmutaba y avanzaba entre los caídos con su sonrisa. Sacaba su fuerza de lo más recóndito y cargaba con ellos, los incorporaba y acunaba en su seno.
Su paciencia extempórea sanaba carnes y huesos; lavaba heridas, las cosía y vendaba como artesana que era. Ante alguna circunstancia adversa, aciaga o indiferente de ella manaba el llanto que no era sonoro.
Muchos ni se daban cuenta del dolor que le provocaban...
Pocos se volvían al estar sanos a decirle gracias... ella permanecía callada cuando esto sucedía. Sólo colocaba su mano donde había ayudado a cicatrizar... y los observaba directamente a los ojos.
Desde el silencio, la mujer coleccionista de huesos sabía que tarde o temprano alguien se daría cuenta en esa mirada, de su eterno nudo en la garganta que ella era incapaz de sanar.

Acerca de la autora:
Lucrecia Milanesio


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