Siempre pensé escribir algo sobre un pacto que me hubiera gustado hacer
con el Diablo. Creía haber leído todas las historias sobre el tema en
forma de novela, cuento, relato que se conocen. Claro que en cada relato
el hombre o mujer ¿víctima? que pactaba con Mefistófeles deseaba algo
en particular. Ya conocemos los clásicos: el conocimiento, la juventud,
la belleza, la fortuna, el poder. Y luego todos sus derivados que sería
largo de enumerar. En cambio yo siempre deseé lo mismo: trascender y me
imaginé que era un pedido sencillo y lograría la promesa del diablo.
Estoy conciente de que a partir de ese momento el alma está perdida. Por
eso esperaba no pactar por una obra literaria, sino por la grandeza de
toda mi obra. El pacto, en realidad, seduce al Diablo porque eso lo
halaga. Se le está reconociendo identidad. Algunos dudamos de que Dios
existe. Sin embargo nadie duda de que el Mal exista. Lo llevamos dentro
nuestro. ¿Cómo negarlo? Hasta la Santa Madre Iglesia nos llama
“pecadores” reconociendo nuestro status. Para el Diablo es esencial que
reconozcamos que hicimos EL PACTO… Y hay algo más, nos prometen el
infierno cuando el infierno ya existe: es aquí y ahora, esta vida plena
de dudas, de dolor, de desafíos imposibles de aceptar o vetar, elegir o
no, ni siquiera el amor nos salva porque, dicen, también es pecado.
Acerca de la autora:
Ada Inés Lerner
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