domingo, 18 de marzo de 2012

Música de delfines - Fernando Andrés Puga


—¡No! Yo quiero ir a ver la de Tom Cruise —insiste Norma—. No me jodas con esas películas aburridas que te gustan a vos.
Dan en el Arteplex la del director tailandés que ganó en el Festival de Cannes y tengo que verla; los cráneos del bar no paran de hablar sobre ella y yo no tengo nada para decir. Por no discutir, siempre termino viendo cualquier cosa y quedo como un pollerudo.
—Dale, Norma. ¿No podés darme el gusto por esta vez? ¡Dale, no seas mala! ¡Por favor!
—No, che. No entiendo nada, me quedo dormida y me pierdo la que yo quiero ver. Vemos la que vos querés la semana que viene.
—No. Ahora. Siempre lo mismo. Seguro que la semana que viene la sacan de cartel.
¡Qué plomo! No. Hoy no voy a hacer lo que ella quiere. Estoy harto. No puede ser que otra vez tenga que ser yo el que da el brazo a torcer.
Al llegar a la avenida freno el auto junto a la acera y pongo la baliza.
—Bajate— le digo con firmeza—. Volvete en taxi o andate sola a ver lo que se te dé la gana. Hoy voy a ir a ver lo que yo quiero.
Se sorprende. Intenta retrucar, defenderse. No le doy espacio. Aturdida, abre y se baja. Sin abrir la boca, sin volver la vista atrás, se va. ¿Nos volveremos a ver?
Solo en el auto, enfilo hacia el centro. El silencio de su ausencia empieza a aturdirme. Abro la guantera y busco. Pongo un cd que encuentro entre los papeles. ¿Música? No. Son extraños sonidos que invaden el ambiente. Parecen delfines. ¿Cantan? ¿Ríen? ¿Conversan? Bostezo y empiezo a adormecerme. Otro paisaje se dibuja ante mis ojos; uno que aún no es del todo nítido.
Será mejor que vuelva a casa antes de que sea demasiado tarde; total la película la puedo ver otro día y acá, entre nosotros, no creo que sea ¡taaaan buena!

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