Los Nanodinos de Titán son pequeños, muy pequeños; tan pequeños que no necesitan tener patas. ¿Para qué?; aunque caminasen toda su vida jamás alcanzarían el punto más cercano. Solo un tonto presumiría de haber dicho alguna vez: ¡Caramba!, miren, ha llegado un Nanodino.
¿Que si tienen orejas? ¡Ni pensarlo! Si no hay espacio ni para una insignificante nariz. Son diminutos, ¿recuerdas? En efecto, también carecen de boca. Como imaginarás, no hay nada lo suficientemente minúsculo que pudiera servirles de alimento. Pues algo del tamaño, digamos… de la mitad de un Nanodino es inconcebible, ¿no crees?
Bueno, los Nanodinos aún existen porque su interacción con el entorno es tan imperceptible, que la Naturaleza simplemente ha olvidado sacarlos de circulación. Ellos, que por no tener tampoco tienen un pelo de tonto, bendicen su suerte y se alegran de eso: de ser sin tener. Y está claro que esa es toda la filosofía que se pueden permitir.
¿Por qué te hablo de los Nanodinos si son... casi nada? Ay, mi niño, es que el universo de los humanos es tan complejo que no cabría en un solo cuento.
1 comentario:
eso es lo que somos "mi niño", poca cosa.
Buen relato.
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