lunes, 5 de diciembre de 2011

Una Navidad extraterrestre - Mónica Ortelli



La Hermandad de los Vigilantes del Cielo convocó a sus miembros para la celebración de una Navidad especial. Todos se hicieron presentes a pesar de la noche tormentosa.
Llegado el momento, el hermano Arturo, el Primer Elegido, el guía catalizador de comunicaciones intergalácticas, aseguró con vehemencia que estaban a las puertas de una nueva era de intercambio con otros seres allende el espacio exterior, como había sido en los inicios. Que como muestra de buena voluntad proponía de ahí en más un cambio en las tradiciones del planeta para restaurar lo injustamente olvidado. O tergiversado por oscuros intereses, acotó con perspicaz guiño. Así, montado en una escalera metálica, entre fervorosos aplausos, se dispuso a coronar el árbol. Colocaba el ovni a modo de estrella en la cúspide del pino, cuando ocurrió el estruendo. 

Volatilización por rayo, secretearon entre ellos los investigadores del fenómeno que dejó sin electricidad al pueblo y sin guía catalizador a la Hermandad, en medio de la algarabía por los festejos de la primera abducción en el grupo.

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