lunes, 5 de diciembre de 2011

Razonamiento erróneo - Fernando Andrés Puga



¿Qué puedo agregar yo a todo lo ya dicho y repetido hasta el cansancio? Es de otro mundo. Esa gambeta a la carrera que deja girando en falso a quienes pretenden arrebatarle la pelota no puede ser de un humano como uno. Tiene que ser de otro mundo. Lo triste es que acabará con el más popular de los deportes, porque ya nadie se atreverá a intentar un dribling por temor al ridículo ante la inevitable comparación con el crack. El juego quedará reducido a una aburrida rutina por ver cuántos goles hace, cuántos rivales elude, cuántas patadas logra esquivar. ¡Y qué será de la humanidad sin este juego tan popular, sin las hinchadas enfrentadas en ocurrentes cánticos, sin la alternancia de ganadores y perdedores! ¿Acaso no se acaba el juego si siempre el mismo levanta la copa?
Sí, es de otro mundo. Lo deben haber enviado a La Tierra para desmoralizarnos, para terminar con nuestra alegría y nuestro orgullo. Después vendrán legiones desde el cielo, en sus naves redondas llenas de luces y al encontrarnos deprimidos nos dominarán fácilmente.
Hay que hacer algo para impedirlo y pensándolo bien, yo puedo evitar que esto suceda…

Cuando el ídolo quedó tendido sobre el césped después de la violenta patada, apenas se movía. El estadio enmudeció al ver que no reaccionaba mientras lo retiraban en camilla. Tampoco reaccionó luego de la urgente intervención quirúrgica a la que debió ser sometido. La tristeza se apoderó del mundo entero ante la muerte del crack tan admirado.
Fue entonces que ellos llegaron y en pocos días ocuparon hasta el último rincón del planeta. Nadie atinó a defenderse. 
Quisieron condecorar al joven defensor que desinteresadamente les había allanado el camino, pero no pudieron. Apareció colgado de una rama del árbol que crece a la salida del estadio. Nadie para llorarlo.

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