Sueñas con noches largas, al filo de un precipicio blanco. Miedo a no saber volar, cansancio, pereza, urgencia que la vida da, como un tren a medianoche. Paisajes de entresueños, paisajes que se difuminan borrosos y fugaces a lo largo de la ventana de los días y los años. Siempre queda un rincón, algunos minutos para la nostalgia, algún cadáver de entre todas las horas consumidas que revela la oscura atracción hacia la muerte, cálida, también por un instante. Las mismas palabras que caen como gotas de un grifo roto, intemporales medidas de tiempo en combustión eterna. Palabras que van ahondado el hueco sobre la piedra, sobre el alma vieja y universal, y pequeña, e intangible, acá adentro bajo el pecho, un latido incandescente. Y nos queda, al final de todos los destinos, al final del tiempo y de la vida tan eternos, sólo una lágrima imperiosa, una sonrisa indestructible, y el amor, siempre el amor, más allá de todo lo que existe.
JUEGOS FLORALES 2024
Hace 2 meses.
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