jueves, 14 de julio de 2011

Final de fiesta – Sergio Gaut vel Hartman


No contamos con recursos humanos y materiales suficientes como para hacer frente a esta catástrofe. ¿Se imaginan? Seres microscópicos y fosforescentes que pululan en espesos cardúmenes, bailando y contorsionándose, riéndose de nosotros a carcajadas. “Somos una plaga de insectos amistosos”, se burlan. Nada que ver con lo que conocíamos de antes: arañas que tejían sus telas de pus entre las ramas de los árboles, formando sudarios blanquecinos sobre las hojas muertas, moscas verdes, parecidas a fonolas sin control y ratas, batracios, gusanos, liendres, cucarachas, animalitos de Dios que paseaban su belleza cuando la pálida aurora iluminaba el valle. ¡No señor! Nada de eso, tan confiable, como de la familia. Apoyo el pico de la botella contra mis labios y observo los carteles que los enfermeros acaban de pegar en el frente de la clínica, con las listas de las nuevas infecciones que aparecen a cada momento. “Heptitis xenoidea”. “Trifoliosis míxtica”. “Síndrome hemocíclico exfoliado”. “Paraboliasis alienigoidea”. Apuro el resto del contenido del inmundo brebaje. Si hasta se dice que son los mismos extraterrestres los que sugieren esos nombres ridículos para las inmundicias que nos pegan. Veo la primera mancha en el dorso de mi mano. ¿Cómo la llamarán, cuando peguen los carteles de mañana? “Tumofanema rosácea” o simplemente “Carninus”. Y bueno, ¿qué se le va a hacer? Nos extinguiremos, nomás.

Sobre el autor: Sergio Gaut vel Hartman

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