martes, 19 de octubre de 2010

Función privada - Anahí González


Noche de cine en casa.
Mi vieja trajo dos películas, “Cartas a Julieta” y “El amante” (The Other Man) Ni pálida idea de qué tratan, pero no me asombra en ella, sólo las alquila cuando lee en las sinopsis que incluyen algún paisaje italiano.
Después de una búsqueda desquiciante de mis lentes, me dispongo a acondicionar el living-sala de cine. Como soy parte del 1 % de la población que no se compró un plasma para ver el mundial, el primer paso es acercar dos silloncitos a la pantalla, tanto que si quemara, habría olor a pestaña chamuscada (todos sabemos cómo huele, a todos nos ha jugado una mala pasada el encendedor alguna vez).
La cercanía al TV verifica, en este caso, la herencia de la miopía.
Todo dispuesto. Matteo duerme y sueña seguramente con las figuritas que le faltan en el álbum del mundial. Su última frase, mientras lo cargoseaba con almíbares y mimos fue “disculpame, pero quiero ver los dibujitos ¿sí?”. Es textual, lo juro. Cría monstruos…
Juan, en un asado, lejos del despliegue artístico que involucra apagar las luces para emular la sala de cine. Nos miraría con cara de espanto, mezcla de envidia y admiración, así como las mujeres observamos ciertos rituales masculinos que no alcanzamos a comprender, pero sobre todo porque, en su caso, una movida de estas características sólo valdría la pena por Tarantino o Kusturica, jamás por dos títulos de los que desconociera el elenco y con nombres como Cartas a Julieta y El amante. Vomitaría.
¿Qué peli pongo?
La de Julieta, que tiene paisajes de Italia.
Lo sospeché desde un principio.
Gael García Bernal. Guau. Arrancamos bien.
Si la película no valiera el desvelo, el fin en sí mismo pasaría a ser el mexicano. ¡Mierda! ¡No tiene subtítulos! Estoy a punto de lanzarla a la hornalla. Detesto escuchar Coño justo ahí donde debe ir un bien puesto MADER FAKERRRRRR.
"Cartas... " es correctamente romántica. Libre albedrío a las interpretaciones de esta frase y no pienso contar que la protagonista está muerta (es chiste).
La Thatcher (mi vieja) parece entusiasmada, por lo menos enciende cigarrillos como una adolescente que se quiere hacer ver. Pero en el punto álgido de la tensión dramática, pide pausa. Concedo. Lo que sigue es increíble. ¿Pueden quitar a los menores de la pantalla?
Me agarraron ganas de tomar algo rico ¿Tendrás una botellita de GANCIA por ahí? Dejá, no te muevas, decime donde está y yo la busco.
Sí señores, después de ver a García Bernal catar vino en bodegas italianas, le pintó alcohol. No sé por qué imaginó que yo tendría una botella de gancia, "por ahí" (el diminutivo, botellita dijo, ya es preocupante). Después de revisar entre los cadáveres de botellas, encuentro un espumante de fresa, sin abrir. Voilà. Vasos de vidrio con forma de copa con muy poco glamour pero el hielo suena bien igual. Como en las publicidades.
De vuelta en el sillón individual, frente a la pantalla, me envuelvo en un acolchado turquesa de Matteo, los lentes sobre la nariz y la copa llena con el hielo bailando. Mi vieja, con un vaso en una mano y pucho en la otra, intercala galletitas frutigran con chips de chocolate.
Tánatos se hace una fiesta.
Lo sé, la felicidad puede ser patética, a veces.

Tomado de http://www.misespejitosdecolores.blogspot.com/

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