—Me parece que…
—¿Insinúa…?
—¿Qué quiere que diga si…?
—Por favor, ¡cállese! O…
El jefe, o lo que sea, de la expedición alienígena que venía a invadir la Tierra , o algo por el estilo, posó una especie de garra en el muslo o como deseen llamar a ese tejido protuberante y tumefacto que sobresalía hacia la derecha del sector central del, digamos, cuerpo de la criatura, y movió la cabeza, o como quieran ustedes llamar a ese desproporcionado poliedro irregular de más de sesenta caras. Luego, expresó lo que sigue, suponiendo que hayamos logrado obtener una traducción aproximada de sus ¿palabras?
—Esto es inaudito —exclamó, en el caso de que lo inaudito tenga algún valor para un extraterrestre sin orejas ni oídos—. Esta ambigüedad nos está matando. No se puede conquistar un planeta de descerebrados. Aquí nadie es capaz de emitir un razonamiento completo.
—Lo llaman “dinelización” —acotó el oficial de inteligencia, partiendo de la base de que “acotar”, “oficial” e “inteligencia” fueran expresiones con algo de sentido en este contexto—. Es una enfermedad muy contagiosa que se originó en una remota e insignificante comarca del planeta y se propagó rápidamente a todo el resto.
—Entonces tendrán que agradecerle a ese Dinel.
—¿No los vamos a invadir? —preguntó consternado el oficial de inteligencia.
—Los hujigutyrefiux —replicó el capitán, orgulloso de pertenecer a la especie más respetada de toda la galaxia— no les roban los dulces a los niños. Que se queden con su mundo.
2 comentarios:
Me gustó mucho su resolución de todas las complejidades alienígenas.¿Será en realidad que ellos tengan cara de insecto?
¿O ésta idea tiene origen Hollywoodense?
Nos salvamos gracias a Tin... no, dijiste Dinel. Gracias Dinel por resguardarnos de la reflexión. Gracias de verdad, en las copas de los árboles se vive de lo mejor.
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