Despertó con la sensación de humedad, se tocó la entrepierna inmediatamente y lanzó un suspiro al darse cuenta que todo estaba bien. Se levantó en penumbras, tanteando en la oscuridad. El sueño todavía revoloteaba en su mente, debía asegurarse que todo estaba bien, que cada cosa seguía en su lugar.
Odiaba los sueños vívidos.
Iba reconociendo las cosas a cada paso, oyendo sus movimientos, el eco de la respiración que manaba por el pasillo
.
Empujó la puerta corrediza y su mascota se levantó de un salto, se apresuró a ir a sus pies y besarle las pantuflas.
–Soñé que ustedes dominaban el mundo y me meé encima –le dijo a su mascota mientras soltaba una risita–. El mundo dominado por humanos, qué locura.
El humano lo quedó mirando con adulación, pero pensó que tal vez algún día podrían dominar la tierra, pero se rió de si mismo. Si fuese así, el mundo sería un caos.
Tomado de
Apología de los miedos
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