Ayer me invitaron a comer. No debí aceptar, pero tenía un hambre indiscutible, aunque serena... La necesaria para ensayar la hipocresía, sonreír a los bultos amigables, reprimir mis deseos de estrangular, patear en los testículos o tirarme a llorar en esta interminable sábana de asfalto. Durante la charla con mis benefactores, escuché varias veces que uno de ellos utilizaba palabras del todo incomprensibles para mí. Dijo, por ejemplo, que fulanito había escrito un cuento anodino, sin ambiciones, redundante y algunos otros adjetivos que yo no conozco pero que me imagino desagradables. Yo había leído el cuento al que se referían y me sorprendió escuchar la palabra anodino. No sé qué significa, aunque me imagino que se refiere a algo redundante y sin ambiciones. O quizás no. Sin embargo, la palabra me ha gustado y a partir de este momento la utilizaré con más frecuencia; en este relato mismo, al que me encantaría que alguien llamara así: anodino. Ayer, como dije anteriormente, me invitaron a comer, no debí aceptar, pero soy tan anodino que acepté. Escuché durante largo rato una conversación plagada de anodineces, las cuales soporté debido al respeto que le guardo a las anodinas de jamón, las cuales me sustraen por momentos de estrangular, acuchillar, patearle los anodinos a los miserables, y en fin, soportar que me continúen invitando a comer.
5 comentarios:
Realmente muy divertido tu microrrelato. Eso sí, de anodino nada de nada, porque no deja indiferente a nadie, de eso estoy segura. Un abrazo.
Felicidades por tu debut en BNTB, Guillermo. Me gustó mucho tu cuento.
¡Qué generosidad de su parte! En vredad mi texto le hace honor a su título y texto, total y absolutamente anodino... grx
¡Qué generosidad de su parte! En vredad mi texto le hace honor a su título y texto, total y absolutamente anodino... grx
Pero menjor los invito a leer otros en http://www.eskritores.com/
grx
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