Hace algunos días Nunuhá, no se encuentra bien. Tomuk, el jefe del clan lo ha llamado varias veces para hablar con él. Pero Nunuhá parece no querer entender las enseñanzas de Tomuk y se ha vuelto rebelde.
—Entiende lo que digo, Tomuk. Tú no llevas ese nombre, tu nombre es Marcelo Guerra, el mío es el de Alejandro Santaelices, algo pasó hace tres días, y nadie salvo yo parece notarlo. Además tú no eres jefe, eras el que hacía el aseo en la oficina.
Las palabras de Nunuhá son extrañas y llevan el signo del demonio oscuro de la noche. Tomuk tiene miedo.
—Dime tú, Nunuhá, el veloz. ¿Qué te hace pensar en aquellas extrañas palabras y en esos horribles lugares?
—No pienso en palabras endemoniadas ni nada de eso. Te repito: algo cambió hace tres días y nadie parece saberlo, tú nombre es Marcelo y tenías tres hijas; una de tres, otra de ocho y una que estaba por salir de secundaria.
Tomuk retrocedió unos pasos.
—Temo de sobremanera de tus palabras hombre que dice llamarse Maceló y habla extrañas palabras. Debo tomar una decisión como jefe de este clan, y esta es que te vayas lejos de nosotros. —Lo miró un momento fijamente—. ¿Es que no recuerdas nuestra juventud cuando cazábamos Mauts?
—Sólo recuerdo la oficina, mi casa, el tráfico y el maldito crédito que le debía al banco. ¿Acaso soy el único ser en la tierra que recuerda toda la mierda?
Tomuk sólo lo observó sin decir palabra alguna.
—Me voy —dijo Nunuhá. Tomó su saco de cuero de Maut y salió de la cueva rápidamente.
La tarde estaba calurosa, la vegetación era completamente diferente a lo que él recordaba y todo parecía un muy, pero muy mal sueño. Al llegar a una explanada se detuvo.
Frente a él habían animales increíbles, extraños, casi imposibles. Hace algunos días, junto a su hijo mayor fue al museo de historia natural para buscar material sobre dinosaurios, mastodontes y una serie de bestias de la prehistoria.
¿Qué había sucedido?
Hubiese sido preferible caer en la trampa como todos los demás, pero, ¿Por qué él no?
Por qué solamente él recordaba lo de “antes” y nadie más hasta ahora.
La solución no tardó en llegar.
—¿Qué sucede contigo? —Era la voz de Doyka tras él. O Mercedes, su secretaria, ahora convertida en una Homo Sapiens de cien millones de años atrás vestida con cueros al igual que él.
—Nada malo, Doyka. Sólo pensaba.
—No creo que solamente hayas salido a pensar, llevas tu Hua-nah. —La mujer lo miró un instante—. ¿O tu maleta “Samsonite”, en versión Adán y Eva?
Nunuhá quedó perplejo.
—¿También recuerdas? —preguntó tímidamente Nunuhá.
—Sólo de vez en cuando —dijo Doyka—, a veces cuando estoy sola. Como hace un momento.
Palabras mágicas, sola… momento. Nunuhá pareció olvidar su dilema y sintió como una erección hacía presión en su atuendo de cuero.
Sobre aquel césped virgen, Doyka y Nunuhá se entregaron a sus deseos y al temible olvido.
Sobre aquel césped el hombre volvió con su hembra al clan. Bajo aquella tarde entendió el sentido del supuesto contrasentido.
Bajo aquella era desconocida, Alejandro Santaelices dejó de ser tal, dejó su pasado y vida. Si es que aquella había existido realmente o sólo había sido una larga pesadilla.
Dos palabras rebotaron en su mente por algunos días: UP DATE. No recordaba bien qué significaban, pero lo tranquilizaron mucho y cada vez que llegaban a su cabeza, reía fuertemente.
Años después sus hijos corrían junto a extraños y maravillosos animales, en una tierra verde y tranquila.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario