La niña, nueva en el barrio, pasó por la vieja mansión de la esquina y la observó. Cuando llegó a su casa le preguntó a la madre si era verdad que existían las brujas. No explicó la razón de la pregunta pero, en la escuela, todos los niños empezaron a cuchichear sobre la peligrosa y extraña moradora de la ruinosa mansión. En pocos días, todo el barrio discutía el asunto, que fue creciendo en detalles. La terrible historia aleja las personas de las proximidades de la casa; miradas temerosas y agresivas pasan a ser dirigidos a cualquier desconocida que merodee por el barrio. El miedo crece. Una noche, los habitantes se reúnen, dispuestos a terminar con esa amenaza para su seguridad. Muñidos de palos y piedras dejan en la calle un cuerpo despedazado e irreconocible. Se escabullirán en paz, convencidos de que hayan hecho lo que era justo. En su cuarto, la niña sonríe mientras describe y anota el hecho en su diario.
Título original: A bruxa
Traducción del portugués: GvH
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