domingo, 15 de febrero de 2009

Sociedad de consumo - Sergio Gaut vel Hartman


El tipo parecía enajenado, como si recién se hubiera escapado de un loquero. 
—Así acabamos pronto nuestra venta la grande —dijo—, el reloj de la pulsera, las bolsas de las femeninas y los artículos de la joyería.
—Perdón, señor —respondí tratando de eludirlo—. Creo que se equivoca. Yo no soy su amigo o su cliente. ¿Entiende?
No prestó ninguna atención a mis palabras.
—¿Las condenas a los precios locos de las marcas eminentes del reloj de la pulsera o las bolsas de la D&G?
—No sé qué son las bolsas de la D&G. ¿Podría salir del paso?
—¡Entonces usted en la carretera de la justa!
—Estoy yendo a mi casa, trabajé todo el día. ¿Podría dejar su jerga y no molestarme más? —Me pareció que mi discurso se retorcía como el de él, pero no estaba para esa clase de tontería. El tipo, sin embargo, volvió a la carga, más demente que nunca. 
—¿Para qué pagar es mucho? Tienes posibilidad de recibir el mismo por el aspecto de la exterior y la cualidad de la mercancía pero por dinero mucho menor.
—No quiero. ¡No me interesa! ¿Me dejará en paz o tendré que tomar medidas desagradables?
—Da lo mismo —farfulló—. Todo esto se prepara en las mismas fabricas. Tome la revólver. —Y puso en mi mano una pistola Smith & Wesson calibre 38. Era una réplica. “Hecho en China”. Pero parecía la original. Yo vacilé. ¿Eso significaba lo que parecía significar? ¿Hasta donde estaba dispuesto a llegar con tal de venderme algo? 
—Me parece que no…
—Ve a nosotros —me animó; por primera vez desde que se cruzó en mi camino, una sonrisa ancha como un anfiteatro dejó de ver una hilera de dientes en ruinas— y siente la diferencia...
Disparé. ¿Qué otra cosa podía hacer?
La cuenta llegó un mes después. Debía algo más de tres mil pesos por la pistola y seiscientos sesenta y seis pesos por el tipo que me había cargado. El abogado me salió cerca de un millón y ahora espero turno en el pabellón Blue Goodbye. La inyección no me la cobran. 

1 comentario:

Salemo dijo...

En la academia "a vender que se acaba el mundo" de la cual soy alumno la regla número uno es " lo que no se puede vender, no existe".
Me gustó el cuento.