martes, 3 de febrero de 2009

Mejor no saberlo - Javier López


Despertó con una sensación extraña en la boca. Goma: un tubo. Seguro que había puesto un gesto de asco, pero nadie lo miraba para confirmarlo. La enfermera entró. Ya encajaban las piezas: estaba en un hospital. Se sentía aturdido y no recordaba nada, era como si acabase de nacer, no de despertar. Le dijeron que había sufrido un accidente, que probablemente tendría amnesia.
Tardó dos meses en recuperarse, físicamente. Durante ese tiempo su única pregunta a los sanitarios no era si recuperaría su total movilidad. Era si recuperaría la memoria.
—Puede que empiece a recordar cosas pronto. Una vez que eso se produzca, cada vez tendrá más recuerdos —era siempre la respuesta a sus preguntas.
Pero él no se conformaba. Insistía, quería ser dueño de nuevo de su vida, dueño de sus recuerdos, saber realmente quién era y por qué había ido a parar allí.
Lo que nunca le dijeron es que la amnesia formaba parte de la terapia. Si algún día recuperara la memoria, si por un instante pudiera visualizar lo que en realidad ocurrió antes de su ingreso en el hospital, entonces es cuando las cosas empezarían a ir realmente mal.

3 comentarios:

Arcángel Mirón dijo...

Como en "Eterno resplandor de una mente sin recuerdos".
Qué mala debe ser esa vida, si es mejor ignorarla.

Ogui dijo...

No es tan así, Argángel. A veces la vida es tan buena, que es preciso olvidarla (a veces sólo por un lapso) para afrontar tiempos peores. Cuando uno sube una escalera empinada, por ejemplo, ve la escalera, no la meta. Cuando uno baja la escalera, ve el abismo, no la escalera. Esto pasa subiendo pirámides, por ejemplo. Da miedo ver dónde uno va a parar, sobre todo si está abajo de uno mismo.
Por cierto, muy interesante tu cuento Javier. No es que me haya olvidado. La memoria es preciosa. Pero no creo, sinceramente, en la amnesia total.

Javier López dijo...

Hay recuerdos que duran toda una vida. A veces buenos, hermosos, que nos dejan, además del recuerdo, la sensación de haberlos vivido.
También hay traumas, siempre pienso en quienes los hayan sufrido, un atentado, un acto violento, un accidente... Muchas de esas personas necesitan tratamiento psicológico y, aún así, sufren pesadillas el resto de su vida, en las que aparece "aquél momento".
Así que ese fue mi cuento, la idea de alguien que había sufrido algo tan terrible (imaginé una persona sola en la vida, que no tuviera familia o amigos que pudieran contarle lo que aconteció...), para quien el mejor tratamiento psicológico fuera, precisamente, permanecer amnésico, al menos no recordar nunca más aquél hecho.
Gracias por leerlo y por comentarlo, a los dos.