martes, 3 de febrero de 2009

Avaricia - Javier Alfaro Martínez


Recuerdo a ese hombre. Era muy carismático, con una capacidad extraordinaria para contar historias y formular aforismos. Su filosofía influía a muchos. Lo sedujeron para que se metiera en las cuestiones políticas y económicas del estado, lo incitaron para que despojara a los comerciantes del templo, desafiara la jerarquía sacerdotal y al Imperio. Le hicieron creer que liberaría el pueblo de la inmundicia y que instauraría un nuevo reino.
Se convirtió en un perseguido. Lo apresaron y fue condenado a muerte. Véanlo ahora en el madero, desangrándose en vida, pensando que de él cuelga la salvación del mundo. Y vean también a aquella mujer de Magdala con sus doce cómplices, los incitadores y culpables de esta ejecución dolorosa. Piensan aprovechar su masiva popularidad, creando una religión con la  ideología de ese joven filosofo. Se frotan la manos, saben que esta situación les dará poder y riqueza a ellos y a sus descendientes por muchos años, quizás siglos. 

2 comentarios:

Arcángel Mirón dijo...

Yo creo que a ellos mismos se les fue de las manos.
Pobre tipo. A mí me cae bien. Me da pena que haya terminado así.

Javier Alfaro Martínez dijo...

Tienes mucha razón, Arcángel Mirón.

¡Gracias por tu comentario!