sábado, 7 de febrero de 2009

Autopsia - Javier Alfaro Martínez


No respiraba, no tenía pulso, no había latidos. Los paramédicos lo declararon muerto. Llegaron los forenses para recoger el cuerpo inerte que yacía en el pavimento. Nadie lo identificó, así que lo trasladaron a la morgue como desconocido. 
Cuando era un infante, el médico diagnosticó catalepsia, una enfermedad que producía un estado de muerte aparente. Nunca pudo hacer una vida normal, siempre estuvo bajo los cuidados de un familiar o de una enfermera. 
Un día, después de muchos años, rompió esa rutina. Salió con la intención de pasear por la ciudad sin compañía alguna. Tenía tiempo de no haber caído en un estado cataléptico.
Caminaba por las calles disfrutando de la gran metrópoli, cuando de pronto perdió el sentido. Después de muchas horas en estado de inconsciencia, un fuerte dolor lo hizo despertar en forma súbita... sólo para advertir con horror que tenía los intestinos fuera del cuerpo, había sangre por todos lados y un hombre de bata azul con un barbijo que impávido sostenía con sus manos enguantadas una especie de cuchillos. 
Volvió a perder el sentido… pero esta vez para no recobrarlo jamás.

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