jueves, 15 de enero de 2009

Lección de matemáticas un domingo por la tarde - Héctor Ranea


Falta media hora para que termine la de Tom Mix. Treinta minutos en sistema horario. Treinta más treinta igual a uno. Se me termina la película, se me termina el domingo, mecachendié. Me queda el inexorable sentimiento de que, terminado el film de Tom Mix, nada queda más que un vacío hasta el lunes.
Mi padre me dirá mañana veremos, porque es lunes; mi madre dejará las cosas lavadas en la pileta para el desayuno del lunes. 
El domingo se termina antes. Horas antes, como la lección de matemáticas del lunes por la mañana.
Teorema de Euclides: no hay paralelas, hay domingos que se cortan. Álgebra simbólica: el domingo por la noche es igual a un lunes con profesora de literatura y todo. Una calamidad, vea mire. Dos duchas, tres pedazos de uña, dos zapatos lustrados, una corbata preferentemente azul, un pantalón gris como el invierno, el saco azul arrugado por la lluvia, un par de amigos, número de primos, de amigos de los primos, cinco payanas robadas en la casa en construcción y un poco de silencio guardado para el verano. Muchos domingos terminan como un lunes que empieza o peor. Todavía hoy es así.
La eternidad del lunes es un axioma del nuevo matemático.

1 comentario:

Florieclipse dijo...

Usté es un capo, Ranea. Un capo elevado a la n.