La tarde era por demás calurosa. A lomo de burro, Dan-Istet se dirigía a aprender su oficio de escriba en la Casa de la Vida, en el viejo templo de Toht, en las afueras del oasis de Waht-Smenkht, a diez días de marcha de Uaset, la grandiosa capital del Egipto del junco y de la abeja.
Como todos los días, cuando Ra empezaba su marcha hacia la noche, Dan-Istet llegaba con su cuenco conteniendo tinta de mirra, y una hoja nueva de papiro. Lo recibía el humo dulzón de las flores de nenúfar y mandrágora que los hery-aj encendían temprano, para allanar el camino a la sabiduría de los dioses, a los que iban a aprender en la escuela.
Como todos los días, lo recibió el Gran Artesano de la Casa de la Vida, Serj-uef-Hartmanshepsut:
—¡Por Horus, toro todopoderoso que aparece en la gloria de la ciudad de Men-Nefer! Dan-Istet, pequeño escarabajo de la tierra negra del Nilo ¡Otra vez llegas tarde! Ve inmediatamente adentro a esperar a tu nebef.
Como todos los días, Dan-Istet entró a su sala, se sentó cruzando las piernas en el duro suelo, dispuso el cuenco con tinta a su derecha y desplegó el papiro sobre sus rodillas; a la espera de la llegada del Escriba de los Rollos de Papiros Sagrados en la Casa de la Vida, y Fekety en el templo de Toht, Rasputilperure-ankh-Ortunhotep.
Como todos los días, seguido de varios hery-anj, Rasputilperure entró al recinto. Miró fijamente a Dan-Istet, entre las volutas de humo y en la penumbra reinante; y dijo:
—Nuevamente, pequeña pulga molesta en el gato de Sejmet, he rechazado tus deberes por defectos de forma. ¡No aprendes más! Escribirás diez veces la regla de la escuela.
Y se retiró, con los otros, dejando solo al alumno.
Como todos los días, Dan-Istet contuvo el enojo. Con la visión empañada por las lágrimas, tomó su pluma, la mojó en la tinta y comenzó a dibujar en el papiro, los pictogramas tan conocidos de la regla:
“Antes de ibis o bastón, siempre va buitre”
“Los diálogos empiezan con serpiente”
“Toda oración finaliza con dátil y seguido”
“Las palabras agudas llevan codorniz en la última sílaba…”
14 comentarios:
Muy bueno, Daniel. A ver si así aprendemos, je.
Genial, simplemente genial!!! Y después se pasaron siglos tratando de decodificar el misterioso mensaje de las pirámides... ja, ja, ja!!! Tuviste una inspiración suprema con este cuento.
Chapeaux!
¡Geñal!
Creo que es el primero de la saga de Rasputila que me gusta (quizás porque es el segundo o tercero que leo)
¡Me encanta tu cuento! Felicidades, es lo mejor que he leído desde Sinhué el egipcio.
Chas gracias a todos, pero aún estoy escribiendo las reglas del taller. Después les doy bola.
Que Rasputilperure-ankh-Ortunhotep, el Grande te acoja en su puente de la vida. Es todo lo que los papiros dicen, todo está ahí.
Que la ira de Rasputilperure-ankh-Ortunhotep sea una brisa que serene el mar y te lleve en tus nuevas aventuras por donde crece el árbol del vino o la zarza de la cerveza.
Que el bueno de Imhotep te traiga más que tinta un buen taco de tequila.
Bravo, maestro! Aprenderemos de tus reglas formales y seremos lo que Messer Rasputilperure-ankh-Ortunhotep nos deje ser.
A Rasputilperure-ankh-Ortunhotep la salud de una buena cerveza fresca en este tórrido Sahara.
Che... me pasé de caracteres?
Muy,pero muy bueno.
Es todo. No se me ocurre nada que compita con el relato, así que solamente reitero la felicitación.
( Bueno, se me ocurrieron dos o tres cosas, pero todas quedarían empalidecidas ante el ingenio demostrado)
¡Excelente, Daniel! Me encantó...
¡Maravilloso y genial!, Daniel, no paro de reírme, y las reglas finales... ¡no tienen desperdicio! Que Ra siempre te ilumine tan certeramente.
Buenísimo. Me encantó sobretodo el final, que es de lo que se trata: un final sorprendente y redondo.
¡Felicidades y merecido primer premio!
Gracias a todos!
Muy divertido, me encantó. Y felicidades por el nuevo premio de La oveja negra.
Me encantó!!!
Iba a escribir "genial", pero después de ver los comentarios, creo que no aporto nada nuevo. En todo caso lo escribí. Genial.
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