Apresurado, como todas las mañanas antes de ir a tomar el subte, David cruzó la calle para comprar el diario en un kiosco. Cuando comenzó a llover, se dio cuenta que, para su desgracia, se había olvidado el paraguas.
Empapado, bajó las escaleras del subterráneo; se maldijo a sí mismo por ser tan distraído. Unos minutos más tarde se sentaba en el tren, pero sus deseos de leer el diario se frustraron porque no pudo encontrar los anteojos, ¡Cómo podía haberlos olvidado, también! Dejó el diario a un lado y sacudió la cabeza. Ese era uno de esos días en los que todo sale mal.
Con la mirada fija en la ventanilla mientras el tren avanzaba velozmente, trató de pensar en algo positivo.
Al llegar a la oficina, uno de sus colegas, le preguntó:
—¿Escuchaste las noticias, David? ¿Leíste el diario?
—No, no pude. Me olvidé los anteojos y también el paraguas, ¡Mira mi ropa!
—No eres el único que sufre de problemas de memoria. Es una pandemia.
—¿De qué estás hablando?
—En todo el país la gente ha empezado a olvidar cosas. Al principio, sólo se produjeron incidentes aislados, pero ahora en las rutas y en los aeropuertos han ocurrido grandes accidentes. Parece empeorar con el correr de las horas.
—¡Dios mío, es terrorífico! ¿Existe alguna explicación para este fenómeno?
—Todavía no. Nadie sabe cuanto va a durar, o cuando terminará, si llega realmente a terminar.
David movió la cabeza.
—No lo puedo creer. Esto puede llegar a ocasionar un colapso mundial ¿Hacia qué desastre nos llevará todo esto?
Por unos pocos minutos, David y sus colegas permanecieron con la vista fija, absortos en sus propios pensamientos.
De pronto, David se dio cuenta de que un buen número de sus compañeros estaba ausente.
—¿Dónde están Cindy, Maggie y Jeff? —preguntó David—. ¿No aparecieron? Supongo que se habrán olvidado de venir a trabajar. Será por el mismo problema.
—¿Cuál problema? —inquirió alguien. Por un momento permaneció en silencio, dudando de lo que había querido decir.
—No lo sé —admitió David, por fin—. ¿Hablé de un problema?
Al rato, estaban todos en sus escritorios, como siempre, trabajando duro. Las espantosas noticias sobre la pandemia ya se habían desvanecido por completo de sus mentes.
Título orignal: Final Recollections
Traducción del inglés: María del Pilar Jorge
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