jueves, 16 de octubre de 2008

Dos hombres se encuentran - Cristian Mitelman


El discípulo llega a la casa del maestro. Toca la puerta tres veces y éste le abre. Inmediatamente lo invita a entrar.
—¿Quiere té? No puedo ofrecerle otra cosa. Se han acabado las galletas.
—Está bien.
El maestro vuelve. Con mano temblorosa le sirve en una porcelana blanca que tiene una larga historia de familia.
—Ya es tarde. Es raro que me visite a estas horas... —El tono del hombre desciende suavemente y agrega—: — Es raro que alguien me visite.
El discípulo tiene una mirada esquiva; no logra evitar la incomodidad.
—Vengo a comunicarle que ya no puede dictar clases. No es una decisión mía, sino del Rectorado Mayor. Usted sabe cómo son las cosas.
El anciano esperaba esas palabras.
—Supongo que habrán de nombrar a cualquier incompetente... 
Luego el hombre musita una palabra en hebreo que el discípulo no entiende.
—Maestro. Seré yo quien tome el curso. 
El viejo lo mira sin reproche.
—Entonces me he equivocado: la cátedra contará con un digno sucesor. Es lo mejor que puedo pedir en estos momentos, aunque es mi obligación decirle que sus estudios empiezan ahora.
El joven bebe un sorbo. Quisiera un poco de azúcar, pero teme humillar al maestro cuando ve que la azucarera está vacía. 
—Por supuesto —le responde.
Se acomoda en el asiento y continúa:
—Tampoco lo dejan entrar en la biblioteca.
Por primera vez advierte en la mirada azul del anciano algo parecido a la ofensa. Sin embargo, el hombre refrena sus emociones.
—A esta edad la biblioteca era una distracción. Usted no se aflija —con el dedo señala los anaqueles—, todavía tengo algo de compañía.
Es de noche. El joven Heidegger se levanta y saluda a Husserl. Antes de que cruce el umbral, el maestro le dice:
—Usted ha escrito que el tiempo es un advenimiento de nuestra conciencia histórica. Somos tiempo porque somos existencia. Algún día su afirmación le traerá problemas: deberá explicar la conciencia de lo que sucede en este tiempo. 
El maestro cierra la puerta. Heidegger se retira en silencio. Mañana deberá dar la primera clase del día.

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