El profesor Güells comprobó con satisfacción cómo las teorías de Einstein se verificaban una por una en los simuladores virtuales. No cabía ninguna duda sus fundamentos científicos eran irrefutables y se cumplían a la perfección.
Lo había logrado.
Tantos años de investigación, tantos días robándole tiempo al tiempo y tantas noches sin dormir al fin habían dado sus frutos. A partir de ahora el tiempo sería suyo y de nadie más.
Se acomodó en el asiento ergonómico y repasó una vez más las notas de su esmerado trabajo. Una vez satisfecho, accionó los controles de comprobación.
Positivo. Hasta el momento, todo estaba en orden.
Con pulso ligeramente tembloroso activó el módulo de ignición. De inmediato notó una leve vibración, síntoma de que el artefacto se ponía en marcha. A través de los cristales de su máquina evidenció que el espacio/tiempo se curvaba y plegaba a su paso según se aproximaba a una velocidad cercana a la de la luz.
Güells era el primer ser humano, testigo excepcional, que contemplaba cómo el universo se plegaba sobre sí mismo hasta casi tocarse.
GRAVE PÉRDIDA EN LA COMUNIDAD CIENTÍFICA
La policía científica aún está investigando las extrañas circunstancias que condujeron al accidente mortal del profesor Güells. Al parecer, según las fuentes consultadas, sus ayudantes encontraron al reputado físico del C.S.I.C. literalmente aplastado (sic) dentro de una extraña máquina de su propia invención. Por el momento se desconocen los motivos que impulsaron al profesor a realizar tan sorprendente prueba.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario