Caminó hacia la laguna y se adentró en el agua, tibia a aquella hora de la tarde, pensando en los cabellos de algas ondulantes, los labios de valvas dulces y aperladas y el canto engarzado de hechizos. Todo lo que sería suyo a partir de unos momentos más, pues la leyenda decía que las doncellas hermosas que se ahogaban eran convertidas en sirenas. Aquellos seres fantásticos mezcla de mujer y agua, habían cautivado sus pensamientos desde que era una niña.
Así, permanecería en la memoria de los hombres como una mujer de increíble belleza. Pobres de los jóvenes de aquel lugar que no habían sabido apreciarla, pasarían el resto de sus días lamentando no haber puesto sus ojos en ella.
Y la laguna se la llevó, regresándola cumplido su deseo, convertida en una adorable y tierna “sirena de río” como llamaban los lugareños a los manatíes de piel azulada y suave que ayudaban a limpiar de lirio acuático aquel lugar.
Así, permanecería en la memoria de los hombres como una mujer de increíble belleza. Pobres de los jóvenes de aquel lugar que no habían sabido apreciarla, pasarían el resto de sus días lamentando no haber puesto sus ojos en ella.
Y la laguna se la llevó, regresándola cumplido su deseo, convertida en una adorable y tierna “sirena de río” como llamaban los lugareños a los manatíes de piel azulada y suave que ayudaban a limpiar de lirio acuático aquel lugar.
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