miércoles, 15 de agosto de 2012

Las personas impresionables pueden saltearse este cuento - Daniel Frini


Dizque eran dos razas: los humanos y los t’ho’h’im ―léase «tójim»―.
Los humanos, bueno, sabemos como lucen.
Los «tójim» eran parecidos a… nada. Ni siquiera tenían estructura celular. Eran como una explosión constante y fría, de la que, a veces, salían apéndices como rayos viscosos a modo de ganchos para interactuar con el mundo físico.
Las dos razas creían en un Diós único. Las dos tenían un Libro. En ambos libros ―las dos razas creían que era la Palabra de Dios― había una sentencia que decía: «Hagamos al hombre/tójim a nuestra imagen y semejanza».
Ambas razas se encontraron en las cercanías de una estrella de clase G, en los suburbios de la galaxia. Casi de inmediato descubrieron la cuestión teológica. Hace uno coma siete E diecinueve períodos de radiación correspondiente a la transición entre los dos niveles hiperfinos del estado fundamental del isótopo ciento treinta y tres del átomo de cesio, medidos a cero grado Kelvin, que humanos y «tójim» están en guerra. Mientras tanto, el Dios, conciente de su metida de pata, mira para otro lado, silbando.

Sobre el autor:
Daniel Frini

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