La verdad es que no me agrado, no tengo problema en admitirlo. Soy el primero en despreciarme cuando es necesario. Si alguien me insulta le doy la razón e incluso me indigno si no es lo suficientemente cruel con los adjetivos hacia mi deplorable persona. Nada me molesta más que la gente no haga evidente el asco que da verme. Así nací, horripilante, y eso me hace sentir miserable. A diario, maldigo mi cruel destino e intento sobrevivir en un mundo que se somete a las apariencias. Soy lampiño, mi piel tiene escamas, mis ojos están desorbitados, mi nariz parece una zanahoria y mi boca exhibe caninos grandes y deformes. Sin embargo, lo que en verdad me da asco de mí mismo es lo que hago. Cada semana devoro un niño; eso me brinda un placer sublime. Está mal, lo sé, pero es mi venganza contra esta sociedad hipócrita y abusiva.
Acerca de los autores:
Alejandro Bentivoglio
Carlos Enrique Saldivar
5 comentarios:
Mejor devora a un político.
Como el resto de los resentidos, te acabas vengando contra quien no te hizo nada.
No entiendo, Carlos de la Parra. ¿Debemos matar al mensajero? Porque los autores no SON los personajes. A veces, uno escribe acerca de seres odiosos, miserables, malditos, pero no significa que se identifique con ellos o los justifique.
lo tenebroso es precisamente lo que escriben LOS autores. Yo tampoco, como Sergio Gaut, entiendo bien el mensaje, Carlos de la Parra
Ogui y Sergio, tenéis un gran mérito por no entender bien solamente el comentario del señor Parra.
Yo, directamente, no entiendo en absoluto al señor Parra.
A ciertos lectores no les interesa leer y disfrutar (o padecer) lo que escriben otros sino reescribir el material de acuerdo con alguna pauta interior. Lo ideal sería dar una respuesta ficcional, pero es más cómodo decir que NO.
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