sábado, 11 de agosto de 2012

Morfosis – Sergio Gaut vel Hartman


Como buen depresivo, Kafka hace morir a Samsa en la Metamorfosis. Pero la historia real, la que recogen las crónicas del inefable (y confiable) rabí Jacob Lowenfish, dice otra cosa. Luego de su transformación, Gregor vivió durante algún tiempo con Theda Cucarochka, una bailarina del coro del Teatro Odeón de Praga, muy bicha, ella. No tuvieron hijos, pero sí puntos y líneas, lo que fue correctamente interpretado por el pobre carnudo, quien se preguntaba el motivo de las reiteradas visitas de Vassili Kandinsky al domicilio de la pareja.
—Es un pobre pintor muerto de hambre —decía con frecuencia Theda—. Solo se come el queso azul, su debilidad.
—No lo quiero ver más por acá. No soporto a un tipo tan abstracto.
Pero el que se tuvo que ir fue Gregor, lo que bien mirado puede considerarse una suerte, porque fue recogido por Jean Coctel, el célebre barman gay, convirtiéndose en su esposo. Poco tiempo después, Samsa se probó con éxito en el Spartak y fue campeón en 1937, 1938 y 1939. Una masiva rotura de ligamentos cruzados lo postró por el resto de su vida y murió empapado en ajenjo y aguarrás, una mezcla explosiva elegida para matar la soledad cuando su amado cantinero lo abandonó. Los restos de Gregor Samsa, que no son muchos, se encuentran en el panteón de los metamórficos del cementerio privado Nejsem Hšváb de Bratislava, ciudad en la que pasó sus últimos días.


Acerca del autor:
Sergio Gaut vel Hartman

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