viernes, 3 de agosto de 2012

Las flores de Blumalej - Sergio Gaut vel Hartman & Javier López


—Señora Vilroiy, tiene usted las calmáridas más hermosas de este poblado —dijo cortésmente el señor Kawjer, mientras paseaba por delante del bortu de los Brinxgen.
—Oh, usted siempre tan amable. Pero lo acepto, viniendo del mejor citémalo de esta región.
La señora Kxial, que pasaba por allí en ese momento, se unió a la conversación.
—Ustedes, siempre tan encantadores. Los más agradables vecinos que una pueda encontrar en Renaria.
—Gracias, señora Kxial —dijo el señor Kawjer.
—Gracias, señora Kxial —dijo la señora Vilroiy.
—Y ya que los veo tan dispuestos —dijo la señora Kxial— les confiaré mi problema.
—Adelante, señora Kxial —dijo la señora Vilroiy.
—Confíenos su problema, señora Kxial —dijo el señor Kawjer—. Trataremos de ayudarle a solucionarlo, con todo gusto.
—He invitado a glomar a los Ktiurx —dijo la señora Kxial sin rodeos— pero no he hallado ningún delikx apropiado al paladar de nuestros amigos. Y me encuentro en problemas.
—¿Problemas —bufarró el señor Kawjer— cuando tiene usted a los más agradables, solidarios y dispuestos vecinos de Renaria? ¡Por favor!
—Comparto lo dicho por el señor Kawjer. Tome usted el gurko que desee. Corte, corte aquí.
—Y corte también un trozo de mi juermo, por favor. Verá que es muy sabroso.
—¡Se los agradezco tanto! No saben el peso que me sacan de encima. —Y uniendo el dicho al hecho, la señora Kxial procedió a tomar el gurko de la señora Vilroiy y el juermo del señor Kawjer, quienes cayeron sin vida sobre las calmáridas—. ¡Qué gente tan encantadora! —exclamó la señora Kxial retirándose del bortu de los Brinxgen con su preciosa carga. Estaba segura de que los servos se encargarían de clonar a sus vecinos y que no faltaría oportunidad en el futuro para que ella les pudiera devolver el favor, cediendo uno de sus jertulos u obsequiándoles el sertumi del iliuto, la parte de su cuerpo que más la enorgullecía.

Los autores: Sergio Gaut vel Hartman y Javier López

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