jueves, 5 de julio de 2012

Traductor no siempre traidor – Héctor Ranea & Sergio Gaut vel Hartman


—Yo —dijo Flatulensio Gaseoso— escribí una serie de cuentos tan sencillitos que una editorial de Karcuvia Alta, en Neptuno, no sólo los tradujo de una sino que me pidió autorización para hacerlos algo más complejos ya que tienen los mismos giros verbales, sinécdoques, arbalafurcios, interjecciones programáticas, construcciones sintagmáticas y paraleznas que las películas porno allá.
—¿Pornos neptunias? —Esquemático Cuadrado contempló al escritor con la devoción sacrosanta que solo se reserva a los mesías futbolísticos y a las diosas de la pantalla 3D—. Me cuesta imaginar a los tricéfalos esos hincando el protuberante superior en el acceso lateral de la hembra dextrógira a la vez que hunde el apéndice frontal en uno de los ombligos maxilares de la levógira.
—Pornos neptunias. Y eso sin rememorar las construcciones extensas de modo que, para evitarles el bochorno a las maestras del séptimo grado (que son como las de acá pero con cuatro vejigas natatorias) accedí a que usaran un lenguaje más cruento, realista y costumbrista. Confieso que debí copiar algunas líneas de Don Segundo Sombra, de la Silva a la Agricultura y de Las Aguas Bajan Turbias, pero el conjunto no quedó tan mal como yo hubiera creído al principio. El cuento es corto. En Karcubi el relato no ocupa más que seis hajals que son como los caracteres egipcios acá. Si lo tradujera por sonidos diría que sonaría como un bbb-nnnt-bbb, sólo que más monocorde, como el lapón oriental que todos conocemos, el de los helados Laponia.
—¿Suena así? —Y Esquemático movió sus labios hacia abajo y al costado para reproducir unos ruidos que sonaron más o menos como: “Ju ciu ju... r sci ij ju ah huy ja m as as ja ju cu ciu ju jansnajñaral”.
—¡Exacto! Muy bueno lo suyo, Esquemático. Como ve, los sonidos como la jota y la hache en las consonantes son dominantes y la u da al conjunto del relato una tónica especial. Al final la obra tiene el tamaño de una novela para los Karcubis. En castellano me hubiera llevado trescientas una páginas.
—Y —acotó Esquemático—, las traducciones tienen eso... pero lo que no entendí es si al final a Abelardo le cortan el miembro y lo hacen sostenerse frente a un caldero con puchero de capón o no. Pero bueno... ¡mientras venda bien!
—Como kiubi helado, que es lo mismo que pan caliente acá cuando allá es verano y en las braks de Karkuvia baja las hembras dextrógiras y levógiras (por igual) leen mucho, muchísimo, en especial obras como la mía.
—¿Se da cuenta de por qué lo admiro tanto, Flatulensio?
—Y... sí, me doy.
—Me emocionó, de veras. Sobre todo el final. Adoro esos finales.
Un silencio sobrecogedor llenó la sala.

Acerca de los autores
Héctor Ranea
Sergio Gaut vel Hartman

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