Mire esta foto —dijo Hugo van der Velde—. ¿A quiénes reconoce?
Piotr Abramov tomó la foto y recorrió los rostros con el dedo. —Es del congreso Solvay de 1927, en Bruselas. Veo a Piccard, Planck, Curie, Lorentz, Dirac, Einstein, Schrödinger, de Broglie, Pauli, Heisenberg, Born, Fowler, Bohr... No conozco a todos.
—No importa. Pero ¿quién falta?
—Bueno, han de faltar algunos, imagino. Nunca van todos a una conferencia.
—De acuerdo, no obstante, en 1927 el físico más importante era Otto Luderthal. ¿Por qué no está en la foto?
—Otto Luderthal. Jamás lo oí nombrar. ¿Usted dice que era el físico más importante de su tiempo? ¿Y qué descubrimiento le debemos?
—La máquina del tiempo. Hoy todos lo reconocerían como el más grande científico de todos los tiempos, pero tuvo la desgracia de elegir un mal punto del pasado. Deseaba fervientemente conocer a Theophrastus Phillippus Aureolus Bombastus von Hohenheim, vulgarmente conocido como Paracelso, pero como usted bien sabe, para una cultura atrasada la ciencia es indistinguible de la magia, el Santo Oficio no tenía idea de que al llevar a Otto a la hoguera estaba eliminando una línea temporal completa.
—Entonces no pudo haber construido la máquina del tiempo —protestó Piotr.
—¿Qué le estoy diciendo? Mire esta foto ¿A quiénes reconoce?
Abramov se encogió de hombros y repitió el procedimiento. —¿Quién falta?
—El constructor de la máquina del tiempo, Henri Blanchard-Honoré. Hoy todos lo reconocerían como el más grande científico de todos los tiempos, pero tuvo la desgracia de elegir un mal punto del pasado. Deseaba fervientemente conocer a Roger Bacon, pero como usted bien sabe, para una cultura atrasada la ciencia es indistinguible de la magia.
5 comentarios:
Paradoja sí, pero déjà vu también. El final le da una interesante circularidad al relato. Me gustó...
vaya, me has dejado con la cabeza hecha un lío, jajaja
pero muy buena entrada!
saludos
Raúl
Raúl: si lo lees con cariño, es sencillo, aunque admito que al releerlo para hacer las correcciones no lo entendí.
Cuidado con que los dueños de las tecnologías ignoren los oscuros pensamientos que dominaban en el pasado... o algo así. Me gustó!
Yo inventé la máquina del tiempo, don Hartman, pero elegí un mal tiempo y la perdí en una partida de poker, en Atlantic City, año 1987...
El cuento: excelente, muy buena cosecha...
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